BIOGRAFÍA del GRAN GURÚ: La Gema Otorgadora de Deseos; El Rey descubre al niño..; El niño es llevado al palacio; El Nacido del Loto como Príncipe, Atleta y Rey.

La gema otorgadora de deseos.
Puesto
que el reino estaba en la miseria, el Rey reunió a sus ministros
para que lo aconsejaran. Algunos surgieron incrementar la
agricultura; otros, aumentar el comercio, y los hubo que se
declararon a favor de la guerra y el saqueo de a propiedad ajena.
Por no adoptar una política que estuviera en desacuerdo con los
preceptos del Dharma, el Rey decidió arriesgar su propia vida a
beneficio de su pueblo, para obtener de los Nágas, que habitaban
debajo de las aguas del océano, una portentosa gema otorgadora de
deseos. “Cuando regrese con la gema”, dijo el Rey, “podré
alimentar a todo mis súbditos y a todos los mendigos”.
Entonces
el Rey se dirigió al palacio de los Nágas, y la princesa de éstos
le entregó la gema otorgadora de deseos. Tan pronto la gema fue
puesta en la mano del Rey, éste deseó recuperar la vista de su ojo
izquierdo, y entonces la vista le fue otorgada.
El
Rey descubre al niño nacido del loto.
A
su regreso al país de Urgyen, justo en el momento en que se le
acercaba el ministro Trigunadhara y le saluda, el Rey advirtió un
arco iris de cinco colores sobre el Lago Dhanakosha, aunque no había
nubes y el sol brillaba radiante. Y el Rey dijo al ministro: “por
favor ve y fijate qué es lo que hay en el lago”.
“¿Cómo
es que tú siendo ciego, puedes ver esto?”, pregunto el ministro.
“Se lo pedí a la gema otorgadora de deseos y la vista me fue
restablecida”, replicó el Rey. Inmediatamente el ministro reveló
su descubrimiento del maravilloso niño diciendo: “no me atreví a
informarte sobre esto antes”, y le rogó al Rey que fuera al lago y
se fijara por sí mismo. “Anoche -respondió el Rey- soñé que
desde el cielo bajaba hasta mi mano un dorje de nueve puntas, y antes
había soñado que de mi corazón brotaba un sol, cuya luz brillaba
en todo el mundo”.
El
Rey y su ministro fueron al lago, y subiendo a un pequeño bote
llegaron al lugar sobre el cual brillaba el arco iris. Allí
contemplaron una fragante flor de loto, cuya circunferencia era mayor
que la de un cuerpo humano con los brazos extendidos, y sentado en el
centro de la flor, a un pequeño niño rubio y de rosadas mejillas
parecido al Señor Buddha, quien sostenía un minúsculo jarro con
agua bendita, y en los pliegues de su brazo izquierdo, una diminuta
vara de tres puntas.
El
Rey sintió gran veneración por el niño que había nacido por sí
mismo, y, no pudiendo resistir la alegría, lloró. Le preguntó al
niño: “¿quienes son tu padre y tu madre, y de qué país y casta
eres tú?”; ¿Qué alimento te sustenta; y por qué estás aquí?”
El niño contesto: “mi padre es la Sabiduría y mi madres es la
Nada. Mi país es el país del Dharma. No pertenezco a casta ni
credo algunos. Me sustenta la perplejidad; y estoy aquí para
destruir la Lujuria, la Ira y la Pereza”. Cuando hubo cesado de
hablar el niño, el ojo derecho del Rey ya no era ciego. Abrumado
por el júbilo, el Rey llamó al niño “el Dorje nacido del Lago”,
y él y su ministro rindieron homenaje al niño.
El
niño es llevado al palacio.
El
Rey preguntó al niño si quería ir con él, y el niño dijo: “sí,
lo quiero, porque he llegado al mundo para beneficiar a todas las
criaturas sensibles, para dominar a aquéllos que son malignos, y
para difundir la Doctrina de los Buddhas”. Entonces el loto se
abrió aún más y el niño saltó, como una flecha disparada, hasta
la orilla del lago. En el punto donde tocó la tierra surgió
inmediatamente una flor de loto, en la que se sentó el niño, por lo
que el Rey lo llamó “El Nacido del Loto”, y pensó y pensó
para si: “el será mi heredero y mi gurú”. Luego el Rey separó
la flor de su tallo, la levantó con el niño sentado en ella, y
junto con el ministro se encaminó al palacio”.
Las
grullas y los patos salvajes se sintieron entristecidos por la
pérdida del niño. Algunos se posaron en sus hombros. Otros
volaban al frente y doblaban hacia abajo sus cabezas. Algunos se
tiraban al suelo y quedaban allí como muertos. Otros, daban vueltas
y vueltas en torno al lago. Algunos inclinaban sus cuellos sobre la
tierra y lloraban. Hasta los árboles y arbustos se inclinaban hacia
el niño dando muestras de tristeza. Urracas y loros, pavo reales y
otras aves volaron al frente de la comitiva y unieron las puntas de
sus alas, en un esfuerzo por detener la procesión. Buitres y
milanos golpearon al Rey y a sus ministros con sus picos; los pájaros
pequeños desahogaban su tristeza en chillidos. Leones, tigres,
osos, y otros animales feroces corrían por todos lados en actitud
amenazante tratando de interrumpir la procesión. Elefantes,
búfalos, y asnos salían de la jungla y se reunían con los otros
animales para protestar. Los espíritus guardianes y los genios del
lugar estaban muy perturbados y provocaban truenos, rayos y granizo.
Cuando
llegó la procesión llegó a las aldeas, todos los aldeanos se
unieron a ella. Había un anciano sentado al borde del camino
pescando. El Nacido del Loto al verlo, pensó para si: “ésto es
un signo de que si me convierto en el Rey de este país sufriré como
el pez”. Inmediatamente después, Él Nacido del Loto, al ver cómo
un cuervo perseguía a una perdiz, que había buscado refugio bajo un
frambueso, lograron escapar, pensó para si: “el frambueso
representa el reino, el cuervo representa al Rey, y la perdiz me
representa a mí mismo; y el significado de esto es que yo debo,
gradualmente, abdicar a la corona”.
El
Nacido del Loto como príncipe, atleta y Rey.
Cuando
la procesión llegó al palacio, el Rey tomó la gema otorgadora de
deseos, y pidió un trono hecho de siete clases de piedras preciosas
coronado por una sombrilla real. El trono apareció
instantáneamente, el niño se sentó en él, y fue reconocido como
hijo y heredero. El Nacido del Loto comenzó a ser llamado el
Príncipe Bodhisattva2, proclamado Rey. Cuando
tenía trece años de edad, mientras estaba sentado en un trono de
oro y turquesas, y los sacerdotes realizaban ceremonias religiosas
por la prosperidad del reino, aparecieron el Buddha Amitábha,
Avalokiteshvara, y los Dioses Guardianes de las Diez Direcciones3,
lo ungieron con agua bendita y lo nombraron “El Rey del Loto”4.
El
Rey del Loto impuso un nuevo código legal basado en los Diez
Preceptos5. El reino prosperó y el pueblo era
feliz. El Rey estudió hasta ser erudito; sobresalió en poesía y
filosofía. En destrezas y deporte nadie logró igualarlo. Podía
arrojar una flecha a través del ojo de una aguja. Podía disparar
trece flechas, una inmediatamente después de la otra, tan
rápidamente, que la segunda flecha golpeaba a la primera
impulsándola más arriba aún; la tercera a la segunda, y así
sucesivamente, hasta la flecha décimo tercera. Era tan grande la
fuerza con que arrojaba una flecha, que ésta podía atravesar siete
puertas de cuero y siete puertas de hierro; y cuando disparaba una
flecha hacia arriba, nadie alcanzaba a ver hasta qué altura llegaba.
Por eso la gente lo llamó “el Poderoso Rey Héroe Atleta”.
Cierta
vez levantó una piedra tan grande como un yak, y la arrojó ta lejos
que apenas era visible. Podía colocar en una honda nueve yunques, y
lanzárlos contra un enorme peñasco, derribar éste. De una sola
aspiración podía correr tres veces alrededor de la ciudad, con la
velocidad de una flecha. Nadaba más ligero que el pez. Podía
enlazar a un halcón en vuelo. También era un diestro músico.
Ahora se le llamaba el “Invencible Rey Campeón”.
2.-
Bodhisattva o iluminado, es alguien muy avanzado en el sendero de
Buddha. Gautama, por ejemplo, era un Bodhisattva hasta el momento de
su Suprema Iluminación, a la que llegó cuando se hallaba sentado en
meditación bajo el árbol Bodhi, a partir de cuyo momento se
convirtió en un Buddha.
3.-
las diez direcciones. Estos son los diez dioses que, como los
guardianes de la entrada de una asamblea de iniciación, custodian al
mundo, cada uno en una de las diez direcciones, que son los cuatro
puntos cardinales y los puntos intermedios del compás, el nadir, y
el zenit.
4.-
el rey del Loto, Padma Gyalpo en tibetano, una de las ocho
manifestaciones o personalidades por el Gran Gurú.
5.-
los diez preceptos o prohibiciones, del Código Moral Buddhiasta son:
1) no matar, 2) no robar, 3) no cometer adulterio, 4) no mentir, 5)
no beber bebidas alcohólicas, 6) no comer carnes, excepto en las
épocas establecidas, 7) no hacer uso de los adornos, perfumes y
guirnaldas, 8) no usar mantas o camas elevados -para sentarse o
dormir-, 9) abstergerse de bailar, cantar, escuchar o hacer música,
y de los espectáculos mundanales, 10) no deber oro ni plata, ni
aceptar ninguno de éstos…. Los cinco primeros preceptos son
obligatorios para los laicos; la totalidad de los diez preceptos
incumben solamente a los miembros de la Orden, pero algunas veces los
laicos hacen votos piadosos de observar, en determinadas fechas de
ayuno, uno o más de los preceptos numerados del seis al nueve.
Del: Libro tibetano de la Gran Liberación.
Editorail Kier
Dr. Walter Yeeling Evans-Wentz , editor
Kazi Dawa Samdup, traducción
El capitulo correspondiente al: Epítome de la Vida y Doctrinas del Gran Guru tibetano Padmasambhava.
Los meritos son ofrecidos a todos los seres para que alcance la iluminación en esta vida.
Que sean felices.
Que se liberen del sufrimiento.
Que no se separen nunca de la felicidad.
Que permanezcan en la gran ecuanimidad.
Comentarios
Publicar un comentario