BIOGRAFÍA del GRAN GURÚ. La profecía. El Rey Indrabodhi. El desaliento del Rey.. Súplica de Avalokiteshvara.. Respuesta y emanación de Amitábha. Los sueños del Rey.. La profecía de la encarnación de Amitábha.

La profecía del Buddha sobre el nacimiento de Padmasambhava.
Cuando
el Buddha estaba a punto de morir en Kushinagar, y sus discípulos
estaban llorando, Él dijo: “puesto que el mundo es transitorio y
la muerte inevitable para todas las cosas vivientes, ha llegado el
momento de mi propia partida. Pero no lloréis; porque doce años
después de que yo me haya marchado, en una flor de loto sobre el
lago Dhanakosha, en el confín noroeste del país de Urgyen, nacerá
alguien mucho más sabio y más poderoso espiritualmente, que yo
mismo. Se llamará Padmasambhava, y por su intermedio se establecerá
la Doctrina Esotérica.
El
Rey Indrabodhi.
En
el país de Urgyen, al oeste de Bodh Gaya existía la gran ciudad de
Jatumati, que contenía un palacio llamado “Palacio de Esmeralda”
en el que vivía el Rey Indrabodhi. Aunque poseedor de muchas
riquezas y poderes terrenales, y favorecido con quinientas reinas y
cien ministros buddhistas y otros cien ministros no buddhistas,
Indrabodhi era ciego, y sus súbditos lo llamaban “el más rico rey
sin ojos”. Cuando su único hijo y heredero murió e
inmediatamente después el hambre asoló y debilitó su reino.
Indrabodhi lloró, abrumado por la desdicha. Consolado por un yogí,
el rey reunió a sus sacerdotes, y éstos hicieron ofrendas a los
dioses y leyeron los libros sagrados. Luego el rey hizo juramento de
entregar a la caridad todas sus posesiones; y entonces fueron
vaciados todos sus tesoros y graneros. Al final, sus súbditos
estaban tan empobrecidos que se veían obligados a comer las espigas
todavía no maduras e incluso las flores.
El
desaliento del Rey.
Afligido
por el pensamiento de no tener heredero, el rey presentó sus
ofrendas y súplicas a las deidades de todas las religiones
predominantes, pero como no se le concediera ningún hijo perdió la
confianza en todas. Entonces, subió cierto día, al techo de su
palacio, y golpeó el tambor llamando a reunión; y, cuando hubo
llegado toda la gente , arengó a los sacerdotes reunidos de esta
manera: “¡Oídme, cada uno de vosotros! He rogado a las deidades y
a los espíritus guardianes de este país, y he hecho ofrendas a la
Trikaya, pero no he sido bendecido con el regalo de un hijo. Por
consiguiente, la religión carece de verdad; y yo ordeno que en el
término de siete días vosotros destruyáis cada una de estas
deidades y espíritus guardianes. De lo contrario, conoceréis mi
castigo.
Horrorizados,
los sacerdotes, reunieron rápidamente todos los materiales
necesarios para realizar una ceremonia de holocausto. Las
divinidades y espíritus guardianes, llenos de la ira, enviaron
tormentas de viento, granizo y sangre; y en todo el país de Urgyen,
los habitantes estaban tan asustados como el pez cuando es sacado del
agua y colocado sobre la arena seca. Sumamente compadecido,
Avalokiteshvara suplicó al Buddha Amitábha en el cielo de
Sukhávati, que protegiera al sufriente pueblo.
Respuesta
y emanación de Amitábha.
Al
punto, el Buddha Amitábha pensó: “nazca yo en el Lago
Dhanakosha”; y entonces salió de Su lengua un rayo de luz roja
que, como un meteoro, penetro en el centro del lago. Allí donde el
rayo atravesó el agua, apareció una pequeña isla cubierta de
dorada hierba, de la que fluyeron tres manantiales de color turquesa;
y del centro de la isla una flor de loto. Simultáneamente el Buddha
Amitábha, con gran esplendor, emitió de Su corazón un dorje1
de cinco puntas, y el dorje cayó en el centro del cáliz
del loto.
Los
sueños del Rey y de los sacerdotes.
Calmadas
con esto, las deidades y los espíritus guardianes, dejaron de hacer
daño al pueblo de Urgyen, y rodearon el lago, ofreciendo sus
homenajes y tributos. El Rey soñó que sostenía en su mano un
dorje de cinco puntas que emitía un resplandor tan grande que todo
el reino quedaba iluminado. Al despertar, el Rey se sintió tan
feliz que rindió culto a la Trikaya; y las deidades y espíritus
guardianes aparecieron y se sometieron humildemente a él; también
los sacerdotes buddhistas, tuvieron un sueño que perturbó a los
sacerdotes no buddhistas: soñaron que contemplaban a mil soles
iluminando el mundo.
Luego,
mientras el Rey daba vueltas reverentemente en torno a una stúpa de
nueve medidas que había surgido milagrosamente de un estanque frente
a su palacio, los dioses aparecieron en los cielos y profetizaron:
“¡Salve! ¡Salve! El Señor Amitábha Protector de la Humanidad,
nacerá como una Encarnación Divina del cáliz de un loto en medio
del Lago de las Gemas” (Dhabakosha), y merecerá convertirse en
vuestro hijo. No permitáis que daño alguno le suceda a Él y dale
tu protección. Si así lo haces, sólo buenas cosas te sucederán.
El
Rey comunicó esta profecía a su ministro de estado Trigunadhara y
le pidió que buscara al hijo prometido. El ministro se dirigió
inmediatamente al lago, y vio en medio un enorme loto totalmente
abierto, en cuyo centro estaba sentado un hermoso niño,
aparentemente de un año de edad. El sudor cubría el rostro del
niño, y un aura lo rodeaba. Dudando que fuera prudente que el Rey
adoptara un niño tan extraño, que podría no ser de origen humano,
el ministro decidió postergar su informe acerca del descubrimiento.
Del: Libro tibetano de la Gran Liberación.
Editorail Kier
Dr. Walter Yeeling Evans-Wentz , editor
Kazi Dawa Samdup, traducción
El capitulo correspondiente al: Epítome de la Vida y Doctrinas del Gran Guru tibetano Padmasambhava.
Los meritos son ofrecidos a todos los seres para que alcance la iluminación en esta vida.
Que sean felices.
Que se liberen del sufrimiento.
Que no se separen nunca de la felicidad.
Que permanezcan en la gran ecuanimidad.


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