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Y. T. y D. S. -- LIBRO I -- * LAS DIEZ COSAS INÚTILES. * LAS DIEZ CONTRARIEDADES QUE UNO MISMO SE IMPONE. * LAS DIEZ COSAS EN LAS QUE UNO OBRA BIEN. * LAS DIEZ MEJORES COSAS. * LOS DIEZ ERRORES GRAVES. * LAS DIEZ COSAS NECESARIAS.


XVII. LAS DIEZ COSAS INÚTILES17.
  1. Al ser nuestro cuerpo ilusorio y transitorio, es inútil prestarle extremada atención.
  2. Al ver que cuando morimos debemos partir con las manos vacías, y a la mañana siguiente de nuestra muerte, nuestro cadáver es desalojado de nuestra propia casa, es inútil esforzarse y sufrir privaciones para construir para uno mismo una casa en este mundo.
  3. Al ver que cuando morimos nuestros descendientes [si no están espiritualmente iluminados] son incapaces de prestarnos el mínimo auxilio, es inútil que les leguemos riquezas mundanas [más bien que espirituales], incluso aparte del amor18.
  4. Al ver que cuando morimos debemos, marcharnos solos, sin allegados ni amigos, es inútil haber consagrado tiempo [que debió haberse dedicado a ganar la Iluminación] a complacerlos y mimarlos, o volcar sobre ellos amante afecto19.
  5. Al ver que nuestros mismos descendientes están sujetos a la muerte y que cualquier bien terreno que les leguemos eventualmente lo perderán, es inútil hacer donaciones de las cosas de este mundo.
  6. Al ver que cuando llega la muerte uno debe abandonar incluso su propio hogar, es inútil consagrar la vida a la adquisición de cosas mundanas.
  7. Al ver que la infidelidad a los votos religiosos dará por resultado el ingreso en los estados miserables de la existencia, es inútil haber entrado a la Orden si no vive una vida santa.
  8. Es inútil haber escuchado y pensado respecto a la Doctrina y no haber practicado ni adquirido los poderes espirituales para ayudarte en el momento de la muerte.
  9. Es inútil haber vivido, incluso por muy largo tiempo, con un maestro espiritual, si uno carece de humildad y devoción y, de esa manera, es incapaz de desarrollarse espiritualmente.
  10. Al ver que todos los fenómenos existentes y aparentes son efímeros, mutables e inestables, y lo que es más que la vida mundana no provee realidad ni logro permanente, es inútil haberse consagrado a las obras sin provecho de este mundo antes que a buscar la Sabiduría Divina.
Estas son Las Diez Cosas Inútiles.

17.- Son inútiles de acuerdo con el sentido que le dio Milarepa cuando comprendió que la vida humana no debe desperdiciarse en las obras espiritualmente sin provecho de este mundo. El décimo aforismo de esta serie, al haber sido omitido sin intención de nuestro manuscrito tibetano por el escriba, la sustituimos con una adaptación propia, basada en la doctrina de la indignidad de las acciones mundanas, como lo enunciara Milarepa, y sobre la que estriba esta categoría de “Las Diez Cosas Inútiles”.
Estas enseñanzas, si se aplicaran prácticamente, como las de Buda o las de Cristo, darían por resultado el cese de todas las acciones cumplidas más bien egoístas que altruistamente. La misma doctrina suprema de la renunciación de los frutos de la acción subyace en todo el Bhagavad Gita.
18.- Es imprudente desperdiciar los preciosos momentos de la vida amontonando los perecederos bienes de este mundo, con el pensamiento de beneficiarse uno mismo y la propia familia. El propio tiempo de vida sobre la tierra ha de consagrarse a ganar aquellas que son imperecederas y capaces de ayudarlo a uno en la vida y en la muerte. Es la ciencia de acumular riquezas de este carácter la que los padres deberían legar a sus hijos y no las mundanales riquezas que meramente intensifican y prolongan la esclavitud de sus dueños ante la existencia sangsárica. Este precepto se halla acentuado por el quinto y sexto preceptos siguientes.
19.- Cuando se consagra tiempo a allegados y amigos, ha de emplearse no meramente a demostrarles apropiada cortesía y amante afecto, sino muy en particular a colocarlos sobre el Sendero de la Gran Liberación, donde todo ser viviente se convierte en pariente. Al ser ilusorias todas las convencionales relaciones sociales del plano humano, es inútil para el yogin disipar los preciosos momentos de su existencia encarnada por aquellas.


XVIII. LAS DIEZ CONTRARIEDADES QUE UNO MISMO SE IMPONE.
  1. Ingresar en el estado de dueño de casa sin medios de subsistencias, produce una contrariedad que uno mismo se impone, como el idiota que toma veneno.
  2. Vivir una vida íntegramente mala y no prestar atención a la Doctrina, produce una contrariedad que uno mismo se impone, como el loco que se arroja al precipicio.
  3. Vivir hipócritamente, produce una contrariedad que uno mismo se impone, como la persona que pone veneno en su propia comida.
  4. Carecer de firmeza mental y con todo tratar de actuar como jefe de un monasterio, produce una contrariedad que uno mismo se impone, como una anciana débil que intenta juntar el ganado.
  5. Consagrarse totalmente a ambiciones egoístas y no esforzarse por el bien de los demás, produce una contrariedad que uno mismo se impone, como el ciego que se deja perder en el desierto.
  6. Emprender tareas difíciles y carecer de capacidad para cumplirlas, produce una contrariedad que uno mismo se impone, como el hombre sin fuerza que trata de llevar una pesada carga.
  7. Transgredir los mandamientos de Buda o del santo gurú por orgullo o soberbia, produce una contrariedad que uno mismo se impone, como el rey que sigue una política pervertida.
  8. Malgastar el propio tiempo vagando por pueblos y villorrios en lugar de consagrarse a la meditación, produce una contrariedad que uno mismo se impone, como el ciervo que desciende al valle en lugar de permanecer en la protección de las montañas.
  9. Contraerse a la persecución de cosas mundanas antes que a nutrir el crecimiento de la Sabiduría Divina, produce una contrariedad que uno mismo se impone, como el águila que se quiebra un ala.
  10. Apoderarse desvergonzadamente de las ofrendas consagradas al gurú o a la Trinidad20, produce una contrariedad que uno mismo se impone, como el niño que traga carbones encendidos21.
Estas son Las Diez Contrariedades que Uno Mismo se Impone.

20.- La Trinidad budista consiste en : Buda, Dharma (o Escritura) y Sangha (o comunidad budista). Ni los gurús, ni los sacerdotes de la comunidad budista o hindu, tienen derecho a reclamar de modo alguno, pago en retribución al cumplimiento de sus deberes religiosos. Sin embargo, sus discípulos o legos, que tienen el compromiso de mantenerlos, efectúan ofrendas voluntarias, principalmente en forma de alimentos y vestidos, y a veces en forma de donaciones materiales para sus asrhamas, monasterios o templos. De acuerdo con la regla del monasterio budista, ningún miembro de la Sangha puede tocar el dinero, mas en la actualidad esa norma por lo general no se observa; y las ofrendas comúnmente incluyen dinero, a menuda para gastarlo en alguna obra pía, tal como la construcción de una stupa, la confección de copias manuscritas de las Escrituras, la restauración de una imagen, o la ayuda para erigir o reparar un santuario.
21.- El karma malo resultante del acto de impiedad es, para el devoto, tan espiritualmente doloroso como lo es físicamente para el niño el tragar carbones encendidos.


XIX. LAS DIEZ COSAS EN LAS QUE UNO OBRA BIEN.
  1. Uno obra bien consigo mismo, abandonando las convenciones mundanas y consagrándose al Santo Dharma.
  2. Uno obra bien consigo mismo, abandonando el hogar y los seres queridos y apegándose a un gurú de carácter santo.
  3. Uno obra bien consigo mismo, abandonando las actividades mundanas y consagrándose a los tres actividades religiosas: oír, reflexionar y meditar [sobre las enseñanzas escogidas].
  4. Uno obra bien consigo mismo, renunciando al intercambio social y habitando en soledad.
  5. Uno obra bien consigo mismo, renunciando al deseo de lujo y comodidad y soportando el sufrimiento.
  6. Uno obra bien consigo mismo, contentándose con las cosas simples de anhelar posesiones mundanales.
  7. Uno obra bien consigo mismo, resolviendo firmemente no aprovecharse de los demás.
  8. Uno obra bien consigo mismo, logrando liberarse del anhelo de placeres transitorios de esta vida y condecorándose a la realización de la eterna salvación del Nirvana.
  9. Uno obra bien consigo mismo, abandonando el apego a las visibles cosas materiales [que son transitorias e irreales] y logrando el conocimiento de la Realidad.
  10. Uno obra bien consigo mismo, impidiendo que las tres puertas del conocimiento [el cuerpo, la palabra y la mente] queden espiritualmente indisciplinadas y adquiriendo, mediante su correcto uso, el Doble Mérito.
Estas son Las Diez Cosas en las que Uno Obra Bien Consigo Mismo.


XX. LAS DIEZ MEJORES COSAS.
  1. Para el poco intelecto, lo mejor es tener fe en la ley de causa y efecto.
  2. Para el de intelecto común, lo mejor es reconocer tanto dentro como fuera de uno mismo, el funcionamiento de la ley de los opuestos22.
  3. Para el de intelecto superior, lo mejor es tener cabal comprensión de la inseparabilidad de quien conoce, del objeto del conocimiento, y el de acto de conocer23.
  4. Para el de poco intelecto, la mejor meditación es la concentración completa de la mente sobre un simple objeto.
  5. Para el de intelecto común, la mejor meditación es una ininterrumpida concentración sobre los dos conceptos dualistas [de fenómenos y neúmenos, y conciencia y mente].
  6. Para el de intelecto superior, la mejor meditación es permanecer en inmovilidad mental, la mente vacía de todos los procesos de pensamiento, sabiendo que quien medita, el objeto de la meditación y el acto de meditar, constituyen una inseparable unidad.
  7. Para los de poco intelecto, la mejor práctica espiritual consiste en vivir en estricta conformidad con la ley de causa y efecto.
  8. Para el de intelecto común, la mejor práctica espiritual consiste en contemplar todas las cosas objetivas como si fuesen imágenes vistas en un sueño y producidas mágicamente.
  9. Para el de intelecto superior, la mejor práctica espiritual consiste en abstenerse de todos los deseos y acciones mundanas24, [considerando todas las cosas sangsáricas como si fuesen inexistentes].
  10. Para todos los que pertenecen a los tres grados de intelecto, la mejor indicación de progreso espiritual consiste en la disminución de oscuras pasiones y egoísmo.

22.- otra versión más literal, aunque más bien ininteligible para el lector no acostumbrado al profundo pensamiento de los metafísicos tibetanos pueden estructurarse así: “Para el de intelecto común [o percepción espiritual], lo mejor es reconocer los fenómenos externos e internos [como se los ve] en los cuatro aspectos [o uniones] de los fenómenos y noúmenos”. Ha de llegarse a ese reconocimiento a través del análisis yoga de los fenómenos, manifestados en o por medio del cosmos. Tal análisis debe basarse en la comprensión de que todos los fenómenos, visibles e invisibles, tienen su fuente nouménica en la Mente Cósmica, origen de todas las cosas existentes. “Los cuatro aspectos [o uniones] de los fenómenos y noúmenos” son: 1) Fenómenos y Vacío (sánscrito: Shunyata); 2) Claridad y Vacío; 3) Beatitud y Vacío; 4) Conciencia y Vacío. Sobre cada una de estas “uniones” podría describirse en un amplio tratado. Aquí podemos establecer brevemente que los Fenómenos, Claridad, Beatitud, y Conciencia
, representan cuatro aspectos de fenómenos en oposición a sus correspondientes noúmenos, o vacíos. Shunyata (tibetano: Stong-pa-nyid), el Vacío, la Fuente Última de todos los fenómenos al carecer de atributos, o cualidades, resulta humanamente inconcebible. En la filosofía Mahayána simboliza el Absoluto, la Talidad de los Vedánticos, la Realidad Única, que es la Mente.
23.- Es habitual en el gurú, más o menos al estilo de los gurús Zen del Japón, exponer el problema antes el shishya (o discípulo) en forma de una serie de preguntas interdependientes como las siguientes: ¿Quien conoce difiere del objeto del conocimiento? ¿El objeto del conocimiento difiere del acto de conocer? ¿El acto de conocer difiere del conocimiento? Una serie similar de preguntas se presenta en El Epítome del Gran Símbolo.
24.- Este es otro aspecto o modo de afirmar la regla del karma yogin de liberarse de los deseos mundanos y desapegarse de los frutos de las acciones.

XXI. LOS DIEZ ERRORES GRAVES.
  1. Es un grave error para el fervoroso religioso, seguir a un charlatán hipócrita, en lugar de un gurú que sinceramente practica la Doctrina.
  2. Es un grave error para el fervoroso religioso, contraerse a las vanas ciencias mundanas, antes que a la búsqueda de las escogidas enseñanzas secretas de los Grandes Sabios.
  3. Es un grave error para el fervoroso religioso, efectuar planes a largo plazo como si fuese a establecer residencia permanente [en este mundo], en lugar de vivir como si cada día fuese el ultimo.
  4. Es un grave error para el fervoroso religioso, predicar la Doctrina a la multitud [antes de comprender que es verdadera], en lugar de meditar sobre ella [y comprobar su verdad] en la soledad.
  5. Es un grave error para el fervoroso religioso, ser como el avaro y acumular riqueza, en lugar de consagrarlas a la religión y la caridad.
  6. Es un grave error para el fervoroso religioso, entregarse con cuerpo, palabra y mente, a la deshonesta corrupción, en lugar de observar cuidadosamente los votos [de pureza y castidad].
  7. Es un grave error para el fervoroso religioso, pasar su vida de entre esperanzas y temores mundanos, en lugar de lograr la comprensión de la Realidad.
  8. Es un grave error para el fervoroso religioso, cambiar a los demás, en lugar de cambiarse a si mismo.
  9. Es un grave error para el fervoroso religioso, esforzarse por los poderes mundanos, en lugar de cultivar sus propios poderes espirituales innatos.
  10. Es un grave error para el fervoroso religioso, estar ocioso y apático, en lugar de perseverar cuando se hallan presentes todas las circunstancias favorables para el avance espiritual.
Estos son Los Diez Errores Graves.


XXII. LAS DIEZ COSAS NECESARIAS.
  1. En el preciso comienzo [de la carrera religiosa], uno debería tener tan profunda aversión a la continua sucesión de muertes y nacimientos [a los que están sometidos todos los que no lograron la Iluminación], como para desear huir de ella así como el venado escapa del cautiverio.
  2. La siguiente cosa necesaria consiste en, una perseverancia tan grande de modo que uno no se lamente de perder la propia vida [en la búsqueda de la Iluminación], como el labriego que ara sus campos y no se arrepiente de ello aunque muera a la mañana siguiente.
  3. La tercera cosa necesaria es, el regocijo de la mente, como el del hombre que cumplió una gran acción con perspectivas de largo alcance.
  4. Además, uno debería comprender que, al igual que con el hombre herido peligrosamente por una flecha, no hay tiempo que perder.
  5. Uno necesita la capacidad de fijar la mente en un simple objetivo, como la madre que ha perdido a su hijo único.
  6. Otra cosa necesaria es, entender que no es menester hacer nada25, así como el arriero cuyo ganado le fue quitado por enemigos entiende, que nada puede hacer para recobrarlo.
  7. Es un requisito primordial ansiar la Doctrina, así como el hambriento se desvive por la buena comida.
  8. Uno necesita tener confianza en la propia capacidad mental, así como el hombre fuerte hace lo propio con su capacidad física para retener firmemente la piedra preciosa que encontró.
  9. Uno debe exponer la falacia del dualismo, así como lo hace con la falsedad del mentiroso.
  10. Uno debe tener confianza en Eso [que es el Único Refugio], así como el exhausto cuervo lejos de la tierra tiene confianza en el mástil del barco sobre el que reposa.
Estas son Las Diez Cosas Necesarias.

25.- La meta del yogin consiste en una completa inmovilidad corporal, verbal y mental, de acuerdo con el antiguo precepto yóguico. “Permanece inmóvil y sabe que tú eres Eso”. Las Escrituras hebreas reproducen la misma enseñanza en el célebre aforismo: “Permanece quiete y conoce que yo soy Dios”. (Salmos, XLVI, 10.


Walter Evans-Wentz and Lama Kazi Dawa Samdup photographed circa 1919.jpgDel lbro:: YOGA TIBETANO Y DOCTRINAS SECRETAS
 Editorial: Kier
Kazi Dawa Samdup, traductor.

Los méritos son ofrecidos a todos los seres para que alcancen la Iluminación en esta vida.
Qué todos los seres sean felices.
Qué se liberen del sufrimiento.
Qué no se separen nunca de la felicidad.
Qué permanezcan en la gran ecuanimidad.

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