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YOGA TIBETANO y DOCTRINAS SECRETAS: LIBRO II : EL SENDERO NIRVÁNICO EL YOGA DEL GRAN SÍMBOLO.*INTRODUCCIÓN. . HISTORIA de las DOCTRINAS del GRAN SÍMBOLO. * TEXTO y TRADUCCIÓN. * CARÁCTER de las ENSEÑANZAS del GRAN SÍMBOLO.


LIBRO II

EL SENDERO NIRVÁNICO
EL YOGA DEL GRAN SÍMBOLO1.

INTRODUCCIÓN.

I. HISTORIA de las DOCTRINAS del GRAN SÍMBOLO.

     Probablemente no haya existido jamás un obsequio de Oriente hacia Occidente más notable para su historia filosófica y religiosa ni de más valor para el estudioso de la ciencia del control mental llamada yoga que el presente Libro. Este contiene la quintaesencia de algunas de las más profundas doctrinas del Ocultismo Oriental. Estas, sin embargo, no son obsoletas ni olvidadas enseñanzas, recobradas de las ruinas de una cultura que floreció y murió hace mucho tiempo, sino enseñanzas que se transmitieron hasta nuestra época a través de una ininterrumpida sucesión de iniciados.
     Mucho antes que la Cristiandad llegara a Europa, las enseñanzas ahora descritas en El Epítome del Gran Símbolo, habían sido expuestas a unos pocos escogidos de los ilustrados bhahmanes y budistas de la antigua India. De acuerdo a la tradición tibetana, derivada de las fuentes hindúes, se cree que el realizado filósofo budista Saraha (cuya fecha exacta, hablando históricamente es algo incierta) enunció las doctrinas durante o alrededor del siglo I antes de Cristo; que ya en su tiempo eran antiguas; y que él, de esa forma, no fue nada más que uno del largo e ilustre linaje de gurús que, ininterrumpidamente, trasmitieron las enseñanas de los Grandes Rishis.
     A través del principal discípulo de Saraha, el famoso gurú Nagarjuna y después de él, a través de sus discípulos, se dice que sus enseñanzas continuaron trasmitiéndose, probablemente en forma oral. Luego, cuando en el siglo XI de nuestra era, Marpa, el fundador de la Escuela Kargyüpa, bajo a las llanuras de India, procedente de la Tierra de las Cordilleras Nevadas, su Tíbet natal, en busca de la Sabiduría Suprema, las enseñanzas le fueron trasmitidas por el ilustre filósofo budista hindú, Naropa.
     Naropa había sido iniciado en las doctrinas del Gran Símbolo por Tilopa, quien floreció a mediados del siglo X. Tilopa, de acuerdo a la tradición Kargyüpa, recibió las doctrinas, telepáticamente, directamente del Adi-Buda, a quien los Kargyüpa conocen como Dorje-Chang, “El Dueño del Rayo de los dioses”, mística apelación simbólica a los divinos poderes ocultos.
     Dado que las enseñanzas parecen haber existido ya en la India mucho antes de la época de Tilopa, probablemente sería más literalmente correcto interpretar esta tradición como si en realidad indicara que Tilopa fue telepáticamente inspirado por Dorje-Chang, el Divino Patrono de los kargyüpas, para transmitir las enseñanzas de manera tal que se convirtieran, como así sucedió en las enseñanzas fundamentales de la nueva sucesión de Gurús del Tíbet. El extinto lama Kazi Dawa Samdup se inclina más o menos por esta interpretación.
     El linaje kargyüpa de los Gurús de los cuales Tilopa fue el primero sobre la Tierra y Dorje-Chang el jefe Espiritual , ha sido descrito con cierto carácter histórico en El Gran Yogi Milarepa del Tíbet, obra que constituye uno de los mejores comentarios de uso práctico en inglés en conexión con nuestro texto de El Epítome del Gran Símbolo. Como resultado de haber puesto en práctica la doctrina del Gran Símbolo, Milarepa, sucesor de Marpa, logró el estado Búdico en el curso de sólo una vida, como lo refiere la Biografía; y hoy en día se le considera, por parte de los yogins tibetanos de todas las escuelas, como uno de los más grandes maestros de yoga que se conocen en la historia.
     De acuerdo a los Registros Azules, una de las más confiables historias tibetanas, “la Escuela Superior” de la Filosofía del Gran Símbolo en el Tíbet produjo tres versiones tibetanas de El Gran Símbolo, directamente de las fuentes manuscritas hindúes. La primera fue legada por el maestro Nirupa. La segunda fue producida por el Chyagna hindú (tibetano: Phyagna) cuando visitó el Tíbet; la “inferior”, por Asu, cuando residió en la Provincia de U. Otra traducción posterior fue hecha por Nagpo Sherdad de Ngari, un tibetano que visitó la India y allí se encontró con Chyagna.
     Atisha, ya citado, como el primero de los renovadores del lamaísmo, que llegó al Tíbet procedente de la India en el año 1038 de nuestra era, fue el primer maestro del Tíbet que puso de relieve la importancia yóguica de la Filosofía del Gran Símbolo; y podemos dar por sentado que él mismo, al igual que Milarepa a primeros del siglo siguiente, fue un virtuoso exponente de las virtudes nacisa de su aplicación práctica. Dom, otro maestro, produjo que hizo poco por propagar sus doctrinas. Marpa produjo su propia versión tibetana directa de los texto hindúes, presumiblemente sánscritos. Otros yogins que se sabe produjeron versiones tibetanas de El Gran Símbolo son Vairochana-Rakshita, Nirupa, y Rechung, autor de la Biografía de Milarepa. Nuestra resumida y depurada versión fue recopilada por Padma-Karpo, durante el siglo XVII, tras haber comparado las numerosas y más o menos viciadas versiones corrientes en el Tíbet de su tiempo. Sobre ello, escribió en el Colofón: “Viendo que desautorizadas interpretaciones, que pretenden en su totalidad ser extractos de varias partes de las Escrituras [deslizadas en los textos], en su mayoría no merecerían confianza, yo, Padma-Karpo [las expurgué]”.
     De esa manera, desde los tiempos prehistóricos, fueron legadas las doctrinas actualmente condensadas en El Epítome del Gran Símbolo, creyéndose con razón que así pasaron de una a otra generación de gurús, y de allí hasta la nuestra.

1.- El impreso tibetano, sobre el que se basa nuestra traducción , lleva el siguiente título: PHYAG-CHEN GYI ZIN-BRIS BZHUGS-SO (se pronuncia: CHAG-CHEN GYI ZIN DI ZHU-SO), que significa: “He aquí el Epítome del Gran Símbolo”. La señora A. David-Neel ha dado también, en el Apéndice de Initites and Tibet, una breve sinopsis de las doctrinas del Chang-Chen, de las cuales nuestro Libro II presenta la primera versión completa en idioma europeo.


II. TEXTO y TRADUCCIÓN.

     El texto de El Epítome del Gran Símbolo para preparar este Libro fue transmitido, de acuerdo con la antigua e inviolable reglas de transmisión, al extinto lama Kazi Dawa Samdup (1868-1922) por su gurú, el extinto lama-ermitaño Norbu de Buxaduar, Bhutan. Yo, el editor, lo recibí, a su vez, del extinto lama Kazi Dawa Samdup, mi propio gurú, que aquí produjo la primera traducción de él que aparece en lengua europea, como el mismo dijo “para beneficio de los pueblos no-tibetanos del mundo”.
     Como expresa el Colofón, se dice que el Rey Kashmiri Zhanphan Zangpo presentó a su gurú, Padma-Karpo, más de veinte medidas de azafrán para la complicación de yoga, práctico, cuya versión se halla en el Libro III: calculando que ochenta tolas equivalen a un seer y cuatro seeres a una medida, descubrimos que el regalo del Rey excedió ñas 6400 tolas de azafrán. En la actualidad [década 1920] una tola del mejor azafrán vale alrededor de una rupia y media, de modo que el regio obsequio hoy en día tiene un valor que supera las 9600 rupias. Tomando como referencia que la rupia vale dieciocho peniques, esta suma equivaldría a 720 libras esterlinas o unos 3600 dólares en valor paralelo.
     El texto traducido por nosotros es copia exacta del El Epítome del Gran Símbolo tal como se lo reparó para el Rey Kashmiri cuy historia siguiente es ésta: Durante el siglo XVII, Padma-Karpo, o, como lo señala su nombre, el “Blanco Loto Omnisciente”, marchó a Bhutan desde el Tíbet y renovó el lamaísmo del Tíbet seis siglos antes. Padma-Karpo llevó consigo, a Bhutan, una copia duplicada del texto de El Epítome que había preparado por orden del Rey. Un tiempo después, que puede calcularse, más o menos, en unos ciento cincuenta años. Chögyal-Sodnam-Gyaltshan donó una moneda de plata para el grabado de cada plancha de manera del texto, “a fin de multiplicar el don de la religión”, tal cual lo deducimos de la última linea del Colofón.
     Nuestro propio texto tibetano, en forma de impreso, es una copia tomada con estas mismas planchas. Consiste en siete grandes folios de dos páginas cada uno, incluyendo la página con el título y para cada página se empleó una plancha. De esa manera, para la confección de las planchas, el piadoso donante entregó catorce monedas de plata.
     Esta planchas se hallaban en el Monasterio Estatal de Bhutan, en Punakha, la ciudad capital. Luego, poco después que obtuvimos la copia de aquéllas, fueron destruidas junto con el edificio que las contenía, por un incendio ocurrido durante la guerra civil bhutanesa.
     Cómo llegó el texto a poder del traductor es mejor que éste lo refiera con sus propias palabras: “Desde diciembre de 1887 hasta octubre de 1893 estaba yo ubicado en Buxaduar, en Bhutan, cerca de la frontera de la India, como intérprete del Gobierno Británico; y fue entonces, durante a primera parte de ese periodo, que encontré a mi gurú. Comúnmente se le conocía como Norbu, el Gurú Ermitaño (tibetano: Slob-dpon-Mtshams-pa-Nor-bu, que se pronuncia: Lob-om-Tsham-pa-Nor-bu), y Norbu significa “Gema”. El nombre que recibió al tiempo de su iniciación fue “[El de] Buena Fama” (tibetano: Suyan-grags-bzangpo, que se pronuncia: Nyam-da-zam-po).
     “Poco después que me aceptara como shihya, recibí de él las enseñanzas contenidas en El Epítome del Gran Símbolo, como apropiada iniciación e instrucción de guía.
     Entonces él estaba en posesión de tres copias impresas de El Epítome. Una de ellas, que me dio al alejarme de él, en 1893, se perdió. Muy probablemente fue retirada sin mi permiso de Gangtok, donde fui llamado a principios de 1906, por el entonces Maharajá de Sikkim, para actuar como catedrático jefe de la Escuela Internado Bhutia, institución estatal de Sikkim, en cuyo puesto permanecí desde entonces. En febrero de 1916 visité a mi gurú para presentarle mis respetos y obtener de él permiso y ayuda espirituales a fin de traducir para sir John Woodroffe (seudónimo : Arthur Avalon, editor de Tantrik Texts –) el Démchog Tantra3. Al mismo tiempo, también obtuve el permiso para traducir El Epítome del Gran Símbolo y otros tratados yóguicos similares, que, como El Epítome, se consideran demasiados preciosos y sagrados como para esparcirse por el mundo sin autorización. Al concederme este permiso, me dijo: “Hay muy pocos entre la evolutiva generación de nuestro propio pueblo que se preocupen de trabajar con afán en pro del desarrollo espiritual. Por eso me parece que estas verdades sublimes serán muy valiosas para quienes buscan la verdad en Europea Y América.
     “Esa fue mi última charla con mi gurú. Ocho meses después, a la edad e 78 años, en octubre, de 1916, abandonó nuestro mundo, sabio en conocimiento.
     “Cuando la visita estaba a punto de terminar y me aprestaba a despedirme de mi gurú, éste me dio, como regalo de despedida, su propia copia de El Epítome, sabiendo que yo había perdido la que me entregara anteriormente. Es raro de contar, pero esta copia también desapareció. La tercera y última de las copias de El Epítome mi gurú se la regaló a uno de sus discípulos que vivía en Buxaduar; y la copia sobre la que se hizo nuestra traducción responde a aquella, que conseguí del discípulo por correo. Por lo que yo sé, no existe ninguna otra copia, ni siquiera en Bhutan.
     “Pueden resultar de interés unas pocas palabras relativas a la vida de mi gurú. Por nacimiento era nativo de Bhutan, descendía de una antigua y respetada familia muy conocida por su fervoroso apoyo a la Fe de Buda. Su tío materno era abad del Monasterio Estatal de Bhutan, a cuya institución permanecía la plancha grabada de El Epítome del Gran Símbolo. Siendo niño fue consagrado por sus padres, a la vida monástica budista; y con su tío, el abad, que pasó a ser su gurú, aprobó el noviciado y recibió su educación dentro de ese monasterio.
     “No sólo se convirtió en el legítimo heredero de las posesiones mundanas de su tío, sino que también se acreditó para asumir el cargo de abad del monasterio al fallecer su tío-gurú. En el Bhutan de su tiempo los pleitos comunales eran cosa tan corriente que incluso los derechos legales y religiosos de los monjes budistas resultaban a menudo violados por laicos egoístas, y sucedió que el derecho de Norbu a heredar la propiedad de su tío fue puesto a juicio por ciertos lideres laicos pertenecientes a Punakha. A fin de que el monasterio en el que pasara su niñez y juventud no se resistiera en razón a prolongada disputa , Norbu lo abandonó, renunciando a todas las posesiones y también al cargo de abad, y partió hacia una ermita, cerca de Buxaduar, donde me halló y actuó como mi gurú.
     “Norbu era un brahmacharin (i. e. , mantenía la pureza del voto monástico de castidad) y un bhikshu con las órdenes completas (i. e., monje budista que ha renunciado al mundo a fin de consagrarse al servicio de la humanidad, sin residencia fija, y dependiendo de la caridad para su manutención). Era de amable y fuerte personalidad y de fe ferviente, y sus ojos veían más allá de los limites de la visión humana normal. Cuando murió quedé sin gurú”.
     Después que el lama Kazi Dawa Samdup y yo completamos la traducción del Bardo Thödol (publicado como El Libro Tibetano de los Muertos – The Tibetan Book of the Dead, Oxford University Press, 1927), y de otras obras tibetanas mientras estábamos juntos en Gantok, Sikkim, me introdujo en las enseñanzas de El Gran Símbolo y me surgió la traducción de si Epítome, nuestro texto verdadero. Empezamos la traducción el 23 de julio de 1919 y completamos e primer borrador, (más bien rápido teniendo en cuenta lo dificil del trabajo), el 31 del mismo mes. Cuando terminamos todo, tras la siguiente revisión el lama traductor y maestro, me formuló esta declaración, que registré por escrito:
     “En más de una ocasión esperé traducir este texto de El Epítome del Gran Símbolo, pero la sublime naturaleza del tópico, junto con mi falta de conocimiento de la fraseología de la filosofía europea y moderna, que resulta esencial para la producción de una inteligible versión inglesa, me acobardó. Mi mayor anhelo quedó entonces insatisfecho hasta ahora en que, mediante su ayuda, se cumplió. Por lo tanto me regocijo de haber sido capaz de haber llevado a cabo los instrucciones de mi gurú, en el sentido de transmitir esta preciosa enseñanza al mundo –en especial a los educados pensadores hombres y mujeres de Europa y América”.

2.- Esta traducción fue hecha y publicada en el volumen VII de los Textos Tántricos, editado por Arthur Avalon, Londres y Calcuta 1919.

III. CARÁCTER de las ENSEÑANZAS del GRAN SÍMBOLO.

     El Gran Símbolo, conocido en tibetano como el Ch'ag-ch'en3, equivalente al sánscrito Mahamudra (“Gran Mudra”, o “Gran Actitud”, o como lo prefirió el traductor, en su correlación con el tibetano, “Gran Símbolo”), es la guía escrita del método para lograr, por medio del yoga, esa concentración mental, o unidireccionalidad de la mente (sánscrito: ekagrata) que procura intuición mística de la naturaleza real de la existencia. También se llama “El Sendero Medio” (tibetano: Umai-Lab), dado que evita los dos extremos a los que Buda se opone en todas sus enseñanzas, el extremo de la mortificación ascética del cuerpo por un lado, y de la mundanalidad, o licencia, por el otro. Siguiendo las enseñanzas yóguicas transmitidas por El Epítome del Gran Símbolo, uno se situa conscientemente en el Sendero cuya Meta es el Nirvana –la Emancipación de la esclavitud de la Rueda de la Naturaleza, de la interminable ronda de muertes y nacimientos.
     Estas enseñanzas, como las transmite nuestro texto, habiendo pasado por muchas generaciones en tibetano, tanto oralmente como en manuscritos, fueron más o menos influidas por el budismo tibetano. Su carácter fundamentalmente yóguico se halla, sin embargo, inmodificado, en comparación con sistemas similares de yoga como lo pone en evidencia lo que los gurús de la India enseñan todavía.
     Swami Satyananda, yogin practicante, y jefe de una pequeña escuela de yoga situada sobre el Ganges, en Birbhaddar, cerca de Rikhikesh, provincias unidas, India, a mi solicitud examinó nuestra traducción; y aunque no coincide con ciertos detalles no esenciales del sistema del Gran Símbolo, lo considera, sustancialmente, de un valor que excede lo común. Dice al respecto: “Describe tres métodos principales de preparación de la mente: 1) por medio de la visualización, 2) mediante el uso de la Recitación Dorje para controlar la respiración, y 3) mediante la separación de la mente del vinculo de la respiración a través del empleo del proceso de fijación del cuerpo”.
     “No puedo dejar de afirmar que El Epítome del Gran Símbolo es la única obra que conozco que me ofrece precisamente esta clase de instrucción yóguica. Si hubiera visto la obra antes de escribir mi Anubhuta Yoga Sadhan (Calcuta 1916) habría ahorrado gran parte del tiempo que pasé para describir el método auténtico de Pranayama (i. e. control yóguico de la respiración o vitalidad del cuerpo humano).
     Tal cual el Swami también lo observa correctamente, nuestro texto da por sentado que el Yoga del Gran Símbolo ha de practicarse sólo bajo la guía personal de un competente gurú. De modo acorde, se omite del texto algunos detalles de la instrucción, confiando en que el gurú los suministre. Esto es, asimismo, en gran medida, verdad en relación a todos los sistema de yoga resumidos por escrito, siendo lo Yoga Sutra de Patanjali un ejemplo clásico. Ningún manual de yoga pretendió jamás ser algo más que un esbozo resumido de enseñanzas de origen orales. Más a menudo todavía no deja de ser una serie de sugestivas notas dictadas por un gurú a su shisya (o discípulo) para la guía particular del discípulo en ocasiones en que no dispone de la personal atención del gurú, como por ejemplo, cuando el discípulo (también conocido como chela) marcha temporalmente a un solitario retiro con fines de aplicación práctica de las instrucciones.
     El Swami concluye su crítica de esta manera: “Este tratado merece la atención de todos los que no pueden practicar el yoga de modo regular. Su parte teórica, referente a la tranquilidad de la mente, les ha de resultar altamente útil. Poco interesa que uno practique la inmovilidad del cuerpo y la inmovilidad de la palabra o no, o que la propia mente esté separada del vínculo de la respiración o no, uno puede seguir fácilmente el proceso de tranquilizar la mente, y este proceso, si se sigue conscientemente por sí solo es suficiente para dotar a quien lo practica de una paz inimaginable, esa paz que sobrepasa todo concepto mundano”.

3.- Tibetano: Phyag-rgya-ch'en-po, comúnmente se contrae: Phyag-ch'en se pronuncia: ch'ag-ch'en.

Walter Evans-Wentz and Lama Kazi Dawa Samdup photographed circa 1919.jpgDel lbro:: YOGA TIBETANO Y DOCTRINAS SECRETAS
 Editorial: Kier

Kazi Dawa Samdup, traductor.

Los méritos son ofrecidos a todos los seres para que alcancen la Iluminación en esta vida.
Qué todos los seres sean felices.
Qué se liberen del sufrimiento.
Qué no se separen nunca de la felicidad.
Qué permanezcan en la gran ecuanimidad.

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