YOGA TIBETANO Y DOCTRINAS SECRETAS: *MAHAMUDRA Y ZEN. *VALOR PSICOLÓGICO Y FILOSÓFICO DE ESTOS YOGAS.
3. MAHAMUDRA Y ZEN.
El sistema Mahamudra de yoga es algo menos complejo y difícil que los Seis Yogas, tal como ya se sugirió; y a fin de exponer mejor las características peculiares del Mahamudra, conviene una comparación entre éste y el Zen. En sus aspectos más simples el Mahamudra y el Zen pueden intelectualizarse, pero los Seis Yogas son prácticas con estudios de conciencia claramente definidos y correspondientes resultados fisiológicos, que sólo pueden ser discutidos autorizadamente por un yogin que los haya experimentado, delineando sus efectos en su cuerpo y mente. Desde el punto de vista escolástico no entendemos ni podemos entender mucho acerca de este profundo aspecto del tantrismo tibetano y yoga. Resulta igualmente cierto que el mero erudito que no es yogin, que no es yogin práctico, no puede entender cabalmente el budismo que fundamentalmente, es un sistema de yoga aplicado prácticamente. En otras palabras, el budismo es esencialmente base y apoyo para la concreción del Nirvana, la Realidad Ultima. Tathatá (“Talidad”) es para el término budista para connotar este logro supramundano e indescriptible. Me parece que una de las razones principales de la declinación del budismo consiste en la no aplicación de sus doctrinas practicables y profundas del yoga, con su secuela de seres espiritualmente debilitados. Entre los Theravadas en muchos siglos no apareció un solo Arhant, capaz de explicar totalmente esos temas extremadamente importantes del budismo aplicado, tales como los “Ocho Dhyanas Fundamentales” y los “Cuatro Dharmas Amorfos”, bases de la meditación budista, que diferencian la teoría y la práctica del estudiante y yogin budista, de la teoría y práctica del estudiante y yogin hindúes. En los libros sólo pueden obtenerse nada más que descripciones incompletas y generales de estos Dhyanas. Unicamente quienes han tenido experiencia práctica de estos Dhyanas son capaces de explicarlo. Como los Ocho Dhyanas Fundamentales afectan la respiración, el pulso, y las secreciones corporales, no se halla explicado en ninguna parte; ni siquiera hay explicaciones completas, aun en libros, sobre los diversos estados de la conciencia producidos por aquellos. El Abhidharma y otros Sútras de los Theravadas aportan alguna, aunque muy inadecuada información concerniente a estos Dhyánas fundamentalmente importantes. En el budismo Theraváda la teoría tiende a predominar sobre la práctica; y a no ser por su tantrismo yógico, el budismo Mahayána sería, al igual que el budismo Theraváda, de aplicación más teóricas que práctica. La ciencia del budismo se descubre en el dominio supramundano inaccesible a las especulaciones mundanas. La mayoría de los budistas de todas las escuelas vislumbran sólo los rudimentos de la filosofía budista y únicamente alcanzan los estadios preparatorios y externos de la práctica budista.
Los expositores del yoga tibetano subrayan que el Sendero de la Forma, discutido anteriormente, pueden resultar peligroso y es más difícil que su compañero, el Sendero si Forma, el Mahámudra. En los tiempos modernos, los devotos lamas tendieron en el Tíbet hacia la práctica del más seguro y fácil sendero del Mahámudra, en sendero de la Liberación, antes que hacia los Seis Yogas del Sendero de la Forma; y la comprensión y práctica del Mahámudra es una preparación necesaria para cualquier otro yoga tántrico. Existe, por ejemplo, un generalizado comentario en el Tíbet en el sentido de que Milarepa, el gran yogi tibetano, logró la Iluminación a través de la práctica del Yoga del Calor. Mas un estudio de su Biografía y Canciones demuestran que no sólo practicó ese Yoga del Sendero de la Forma, sino que previa y originalmente practicó el Mahámudra.
Como consecuencia del Mahayána práctico y aplicado, tal como se lo halla en el tantrismo yoga del Mahámudra y del Zen, y asimismo en la Escuela de la Pura Tierra, el budismo creció y floreció a través de los siglos. Pero dado que el objetivo de a Escuela de la Pura Tierra consiste principalmente en el logro de un nacimiento favorable en el Paraíso de Buda a fin de proveer al progreso del individuo, las esenciales de la doctrina práctica del budismo, principalmente el Prajñapáramita aplicado, sólo pueden hallarse en el Zen y en ese yoga tántrico, tal cual lo enseña el Mahamudra, como lo prueban los registros históricos, estas Escuelas Tántricas únicamente produjeron gran número de seres iluminados. Los estudios que seriamente van en pos de la Iluminación Búdica han de concentrar su atención, de modo acorde, sobre las doctrinas de estas Escuelas del Mahamudra y del Zen.
Por mi experiencia personal en el estudio y práctica tanto de Zen como de Tantrismo, descubrí que las doctrinas del Zen y del tantrismo avanzado del Mahamudra son idénticas. La única diferencia discernible encuadra meramente en lo superficial y externo de la diversidad de estilo y métodos de presentación. La esencia es íntegramente la misma. No obstante, es conveniente conocer dónde estriban esas diferencias y cómo surgieron. Con esa finalidad, ahora examinaremos los principios, los principios, prácticas y estilos del Mahamudra y del Zen tal como se desarrollaron dentro del Mahayána, y empezaremos a examinar los tres puntos de vista del budismo como un todo.
En primer lugar, el primitivo Theravada, o Escuela del Sur, enseñaba que la vía de la Iluminación yacía sobre el “abandono [desapego] radical”. Se descartaron los Klesas3, se obtuvieron las Cuatro Nobles verdades, se disolvieron los Cinco Agregados, fueron alcanzados el Nirvana Sin Retorno, se aniquiló el Sangsára, y se realizó el Nirvana.
En segundo lugar, el pensamiento primitivo de la Escuela Mahayána diferencia de esta aproximación y subrayaba la “transformación” antes que el “abandono”. De acuerdo con este punto de vista los Klesas, en lugar de ser abandonados, se transformaban en Bhodi, y el pensamiento se transformaba guiándolo a través del Sangsára hacia el Nirvana. Las Ocho Conciencias, una por una, fueron elevadas hasta convertirse en las Cuatro Sabidurías. Los cinco Sentidos s transmutaron en la Sabiduría de la Perfección, mientras que la Mente, la Sexta Conciencia, se convirtió en la Sabiduría de la Observación Infinita. La Séptima Conciencia se transformó en la Sabiduría de la Ecuanimidad, y la Octava Conciencia, la Conciencia Alaya, se convirtió en el Gran Espejo de la Omnisciencia.
En tercer lugar, el último pensamiento del Mahayána armonizó la Realización del principio de Identificación y Expansión; los Klesas son Bodhi, la Conciencia es Sabiduría; Sangsárica es Nirvana. La conciencia se expande hacia el estado final de la Iluminación. En esta última visión del Mahayána, el Estado Búdico no se obtiene mediante la destrucción del acumulado conocimiento mental, sin a través de la directa de la identificación de la limitada conciencia humana con la mente infinita de Buda. De esa manera, cuando el Buda logró la Iluminación, observó: “En verdad, resulta extraño pues realmente veo que todas las criaturas están Iluminadas, como Budas”. En este parecer concuerdan el Mahamudra y el Zen. Como lo expresa un aforismo Zen: “Yo y todos los Budas del pasado, presente y futuro respiramos a través de una sola nariz·. El Sexto Patriarca Zen, Hui.Neng dijo:
“Los Tres Cuerpos son inherentes en la Esencia Mental de uno solo.
Por cuya radiación se manifiestan los Cuatro Prájñas.
Así, sin cerrar sus ojos ni oídos, para excluir el mundo externos.
Uno puede logar directamente el Estado Búdico”.
De modo similar, el Do-Ha Mahamudra, de Saraha, enseña:
“No existe diferencia entre el Sangsára y el con Nirvana.
Todas las manifestaciones y sensaciones se identifican con la esencia mental.
Así como no existe diferencia entre el mar y sus olas.
No existe diferencia entre Budas y otros seres sensibles”.
Gampopa, otro gran Maestro del Mahamudra, enseñó:
“Aunque los seres sensibles moren en el reino del Estado Búdico, fracasan
en comprenderlo y vagan perdidos en el Sangsára”.
En Tíbet existe la siguiente plegaria para rezarla diariamente:
“Suplicó a mi Gurú, para que yo pueda comprender que la
auto-mentalidad es el Dharmakáya.
Que la auto-mentalidad es el Sambhogakáya.
Que la Auto-mentalidad es el Nirmanakáya”
Hay numerosas expresiones y enseñanzas aforísticas como éstas en la Escuela Mahamudra al igual que en la Escuela Zen, pues ambas se basan en la doctrina de la identidad de Sangsára y Nirvana. El término tibetano Sems-Sro, que significa “(observar) la naturaleza de la mente”, sinónimo del significado recóndito del término Mahamudra, indica la verdadera característica del sistema Mahamudra de preparación mental. De modo parecido, los Nyingmapas y Kargyütpas cuentan con una práctica yógica enderezada a “señalar” la naturaleza de la mente, por lo cual el gurí ilustra al discípulo sobre cómo el aspecto “no existente” o vacuo de la mente ha de considerarse como el Dharmakáya, el aspecto radiante o “brillante” de la mente como el Sambhogakáya y la naturaleza del pensamiento que fluye de la mente como el Nirmanakáya-
Tanto el Zen como el Mahamudra llaman a su doctrina, “Doctrina de la Mente”, que en chino es Shing-Tsung y en tibetano Sem-Nao-Ba. Ambos declaran que todas las enseñanzas, filosofías, religiosas, o de otra índole, son comprensibles solo a través del conocimiento de la verdadera naturaleza de la mente; y, por lo tanto, que mediante el conocimiento de la verdadera naturaleza de la mente uno conoce todo. En contraposición a la teoriza puramente analítica de la Escuela Yogacárya, tanto el Zen como el Mahamudra, al igual que otras Escuelas tántricas, ponen énfasis sobre la práctica. A este respecto resulta interesante notar que aunque la noble filosofía del Yogacárya produjo escasos seres iluminados, quienes alcanzaron la iluminación a través del Zen y del Mahamudra describen la realidad en términos absolutamente acordes con el punto de vista Yogacárya y confirman el análisis del Yogacárya.
De esa manera el Mahamudra y el Zen sostienen la misma doctrina inicial concerniente a la captación yógica de la verdadera naturaleza de la mente. La diferencia entre estas dos Escuelas reside en su aplicación de esta doctrina, que llevó a “prácticas” o “estilos” algo distintos, condicionados en gran medida por el medio e historia originalmente diferentes de cada Escuela.
Desde la época de Bodhidharma hasta la de Hui-Neng, el Zen chino preservó grandemente su carácter y tradición indios, y siguió muy similar al Mahamudra que no cambió desde su introducción en el Tíbet procedente de la India. Mas cuando, luego de Hui-Neng, acontecido la división de las Escuelas, el Zen chino sufrió vastos cambios, tanto de estilo como de práctica, y únicamente la Escuela Tsao-Tung retuvo algo de la forma india. Las innovaciones tale como el koan, mondo4, el diálogo Zen, la historia, o el poema, ylos golpes aplicados por el maestro al discípulo, tornaron al Zen, en su último periodo chino, complicado y difícil de entender, en especial porque se evitaban explicaciones teóricas y detalladas instrucciones para las prácticas. Era más frecuente que el maestro recompensara al discípulo con un golpe físico antes que con una respuesta verbal. A pesar de la efectividad y franqueza de estos métodos Zen, el lego no podía pensar sino que el Zen es algo inexplicable y esotérico. Una útil y sucinta fórmula de comparación del Zen chino y del Mahamudra tibetano es que el Zen es el Mahamudra esotérico y el Mahamudra es el Zen exotérico.
En contraste con el Mahamudra, el último Zen no proporciona “mapa” a sus estudiantes5. Ellos deben empezar “en la oscuridad”, confiando implícitamente en el maestro, y luego de repente, alcanzan una iluminación interior. Al ofrecer al devoto una guía pasa o a paso hasta la meta final, el Mahamudra se halla más próximo a la tradición hindú, y es más fácil y seguro, aunque a diferencia del Zen su iluminación en los estudios iniciales no sea tan aguda, profunda, ni abrupta o totalmente libre de conceptualizaciones.
Incuestionablemente el Zen prodiga gran poder y gran libertad – la libertad ambicionada. En contraste, existe peligro en el Mahamudra si el adepto se apega a la conciencia única, cósmica y pura. En el viaje hacia el budismo ésta unidad debe reducirse al Vacío. De lo contrario no puede haber verdadera Liberación. En este punto, el budismo es fundamentalmente diferente del brahmanismo; pues la Liberación es asequible sólo cuando la conciencia se libera del doble concepto de multiplicidad y unicidad. El Zen captó esta profunda compresión del Vacío (sánc. Shúnyata) como lo señala el aforismo: “Todas las cosas son reducibles a la unidad. ¿A qué es reducida la unidad”.
Un común error de interpretación consiste en que el Zen subraya sólo la Sabiduría (Prajña) y no la Gran Compasión (Karuna). Esto es cierto unicamente respecto del Zen superficial. Un maestro del Zen plenamente iluminado es asimismo un ser plenamente compasivo. De modo similar, la meta del Mahamudra consiste tanto en la Naturaleza Compasiva como en la Naturaleza Sabia de la Iluminación. Y la Iluminación no puede constituirse en unilateral por ser meramente intelectual. Ha de existir una perfecta unidad de la Sabiduría Infinita y la Compasión Infinita. Las palabras de Gampopa en el Voto del Mahamudra ratifican esto:
“Durante el instante de la Iluminación, cuando veo el rostro original de la mente,
Surge una compasión ilimitada,
Cuando mayor es la Iluminación, mayor es la compasión,
Cuando mayor es mi compasión más profunda es la sabiduría que experimento.
Este inequívoco sendero de dos-en-uno es la práctica sin par del Dharma”.
Paralelo a esto tenemos el koan Zen: “Antes de entender la gran cuestión (i. e. Iluminación) sentí como si hubiera perdido a mis padres. Tras haber entendido la gran cuestión, sentí como si hubiera perdido a mis padres”.
Aunque aquí pudiera añadirse mucho más, lo expuesto aporta una sólida base para la comprensión de las relaciones de la doctrina Mahamudra del budismo tibetano con la doctrina de la Escuela Zen del budismo chino.
Las instrucciones concernientes al Mahamudra o Gran Símbolo, tal como lo expone Padma Karpo (o Garbo) en el segundo libro de esta obra, consisten en un esbozo corriente de la práctica y las etapas resultantes del Mahamudra. Para una exposición complementaria del yoga del Mahamudra se recomienda al estudioso recurrir al tratado, atribuido a Padmasambhava, fundador del lamaismo tibetano, relativo a “Visión de la Mente en su Desnudez” como se expone en el Libro Tibetano de la Gran Liberación.
3.- Klesa término sánscrito de la raíz del verbo Klis que literalmente significa “dolor”, aquí se refiere al apego a los placeres mundanos, “bien” “mal” a la vez, que constituyen la causa la causa radical del dolor y sufrimiento de la humanidad. “De acuerdo con la filosofía Yoga hay cinco Klesas: ignorancia, egoísmo, deseo, aversión y tenacidad de existencia mundana. De acuerdo con el budismo hay diez Klesas: tres pecados del cuerpo, cuatro de la palabra, y tres de la mente. Para progresar en el sendero espiritual, resulta esencial eliminar los Klesas.
4.- Los japoneses las pronuncian koan o mondos, los términos originales en chino son gon ann y wun da. Tradicionalmente, su aplicación en la China es algo diferente a la de Occidente; pero, por resultar conveniente, el autor emplea los términos japoneses, y en lugar de Chan, usa el nombre Zen, que es familiar a los lectores occidentales.
5.- Se puede augmentar que el Zen chino también tiene “mapas” o instrucciones que ilustran las etapas para el logro del budismo, y que esos “mapas” pueden hallarse en los Cuadros del Arreo de Bueyes, en la Práctica de las Cuatro Distinciones de la Escuela Lin-Ji, y en las Cinco Posiciones del Rey y los Oficiales, etc. Pero estas instrucciones son demasiado incomprensibles e inadecuadas como para servir de guía en la práctica real.
4. VALOR PSICOLÓGICO Y FILOSÓFICO DE ESTOS YOGAS.
Los psicólogos y filósofos occidentales descubrirán que las experiencias de los yogis hindúes y taoístas aportan una concepción enteramente nueva del funcionamiento psicológico y fisiológico del organismo humano durante los estados ordinarios y extraordinarios de la conciencia. Gran parte de las teorías de la fisiología occidental surge del estudio del tejido muerto en la disección de cadáveres. Un método científico de estudiar la fisiología y psicología del cuerpo humano vivo, bajo diversas condiciones desde dentro del sistema nervioso del cerebro, y vísceras, enriquecería la ciencia médica de occidente con datos muy esenciales desconocidos hasta ahora. Y algunas de las prácticas de los yogins, particularmente los de Tíbet e India aportarían de verdad, ese método científico.
Para ilustrar esto, un amigo mio, tras practicar ciertos yogas durante cinco días, descubrió que su cuerpo estaba iluminado por una luz interior de cualidad tan penetrante que podía observar el funcionamiento de su cerebro, corazón, y otros órganos corporales; y al mismo tiempo su sensibilidad ante el sonido era tan aguda que podía oír el latido de su corazón y pulso, la circulación de su sangre, y los ritmos más sutiles de su cuerpo, que ni siquiera los más efectivos instrumentos del fisiólogo pueden detectar simultáneamente. Un maestro de yoga puede proyectar su conciencia dentro de cada uno de los distintos órganos y partes de su cuerpo e, independientemente de ellos, observar sus funciones más recónditas. De esta forma, el yoga indudablemente contribuir en gran medida con la psicología y fisiología de occidente, y por lo tanto debe recibir atención científica.
Correlativamente, este método yoga de investigación por pare de psicólogos y psíquicos del budismo Zen, en particular de la experiencia de iluminación, que invariablemente llega acompañada de extraordinarias mutaciones psicológicas y fisiológicas. Tradicionalmente, la política del Zen no fue la de definir ni conceptualizar tales experiencias. No obstante, como lo descubrí, el conocimiento del yoga tántrico contribuye en gran medida a la comprensión de todos los aspectos de la iluminación budista, incluyendo los difíciles y oscuros koans Zen.
En conjunto, las excelentes traducciones e interpretaciones expuestas en este volumen por el doctor Evans-Wentz constituyen una de las más originales y, en algunos aspectos, lo más peculiar contribución efectuada al mundo occidental de esta generación. A pesar que la literatura canónica del Tíbet más vastamente conocida, es traducción al tibetano de fuentes no tibetanas, principalmente sánscritas, YOGA TIBETANO Y DOCTRINAS SECRETAS es peculiarmente un producto literario y cultural del Tíbet. Todos cuantos se hallan interesados por el budismo, más especialmente por la aplicación práctica del budismo por parte de los Sabios Videntes de la Tierra de las Nuevas Cordilleras, darán su bienvenida a esta nueva edición y sacarán provecho de ella.
Dr.Walter Yeeling Evans-Wentz, editor.
Kazi Dawa Samdup, traductor.
Los méritos son ofrecidos a todos los seres para que alcancen la Iluminación en esta vida.
Qué todos los seres sean felices.
Qué se liberen del sufrimiento.
Qué no se separen nunca de la felicidad.
Qué permanezcan en la gran ecuanimidad.
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