YOGA TIBETANO y DOCTRINAS SECRETAS. LIBRO V. EL SENDERO del SACRIFICIO MÍSTICO: EL YOGA de SOMETIMIENTO del YO INFERIOR. CHÖD..11. La danza guerrera de Kinchinjunga. .12. La interpretación antropológica. 13. El sacrificio místico del Bodhisattva.LA SABIDURÍA QUE TRASCIENDE LA CONCIENCIA.
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11. La danza guerrera de
Kinchinjunga.
Se dice que existe una
adaptación sikkinesa de la Celebración del Misterio, creada pro
Chagdor por Namgyal, sexto Maharajá de Sikkim. Se trata de una
mistifica danza guerrera, culto del espíritu de Kinchinjunga, gran
montaña sagrada, de cinco picos, situada en Sikkim, cuya altura es
apenas menor que la del Monte Everest. Por invitación del Maharajá
tuve el privilegio de ser el único europeo que presenció la
celebración anual en el patio de su palacio en Gangtok, durante los
dos días en que tuvo lugar, vale decir el 19 y 20 de diciembre de
1919.
Popularmente conocida
como la Danza de la Cordillera Nevada, este festival es, en esencia,
un rito religioso de purificación, cumplido por los lamas
sikkineses, bajo la supervisión personal del Maharajá con el fin de
exorcizar todo el mal del Estado. En la más antigua Representación
del Misterio de Ladak y Tíbet, este mal, como hemos visto estaba
personificado por actores-demonios y una efigie humana llamada el
Enemigo. En la Danza Guerrera sikkinesa también se trae y coloca
una efigie de similar significado, postrada en el centro del patio
del palacio, mientras en su derredor danzan dos esqueletos. Los
otros bailarines cercan la efigie; y luego, con agudos gritos
guerreros, levantan sus espadas desnudas y las hunden tres veces en la
efigie, esparciendo en todas direcciones la harinosa sustancia de que
está hecha. En el segundo día de la Danza, a diferencia de su
prototipo de Ladak, sólo hay una efigie de papel. Esta se quema
para simbolizar la absoluta destrucción de todo mal que aflija al
hombre y a la bestia, a las cosechas, y al Estado.
Tanto en la Danza de la
Cordillera Nevada como en la de la Representación del Misterio, la
destrucción del Enemigo simboliza esotéricamente la destrucción de
la Ignorancia, así como la renuncia mistifica a la personalidad y la
consiguiente destrucción del egoísmo en el Rito Chöd.
Las ofendas de alimentos hechos a las deidades, asociadas con el culto de Kinchinjunga, en la
Danza Guerrera, consisten en pastelillos de cereal, triangulares y
cónicos, llamados torma, lo cual significa “lo esparcido
[a todos]”. De acuerdo con los lamas sikkineses, éstos son
símbolos de la triple ofrenda (el cuerpo, la palabra y la mente de
todo ser sensible) a los Budas. Esto también guarda paralelismo con
el Rito Chöd. Por último, las tormas sacrificatorias son
quemadas en un cono triangular hecho con pasto seco y follaje, y
reducidos a cenizas. De ese modo, las ofrenda se transmutan Vacuidad,
que en este ritual significa la Esencia Divina infundida en todas las
cosas sangsáricas. De similar significado es la transmutación el
cuerpo del yogin en ambrosía divina en virtud de la renuncia, o
“corte” del egoísmo, en la celebración del Rito Chöd.
12. La interpretación
antropológica.
En el Rito Chöd,
al igual que en la Representación del Misterio Tibetano y en la
Danza Guerrera sikkinesa, el antropólogo descubrirá múltiples y
valiosos datos relativos a la antiquísima historia del sacrificio
humano, desde la época en que éste se cumplía realmente, y no como
en la actualidad en el Tíbet y en otras partes, en efigie,
sublimándose en una altamente simbólica forma de sacramentalismo,
como el que ilustra la doctrina de la transmutación. Las
sacramentales ingestiones de la carne y de la sangre del dios parecen
haberse expresado en casi todas las eras y condiciones conocidas de
la sociedad humana, desde el más bajo salvajismo hasta la elevada
cultura de los antiguos griegos.
Antes del budismo, los
tibetanos bajo los Bönpos, y sin duda mucho antes del
bönismo, estaban no sólo acostumbrados al sacrificio humano u
animal, sino también, de acuerdo con evidencia digna de crédito, a
la práctica del canibalismo, posiblemente de carácter religioso y
sacramental, como muchos linajes ancestrales de las actuales, razas
europeas, incluidas las de Gran Bretaña e Irlanda. Luego, como lo
demuestran los rituales tibetanos, en gran parte de origen
pre-budista, que hemos considerado brevemente, se produjo una
transición cultural paralela a la de Occidente, del sacrificio en
efigie al sacrificio transustancial, empelado como forma
trascendental de exorcismos enderezados a purificar y sacrificar
espiritualmente a los comulgantes.
Una interesante
ilustración de una etapa de esta transición cultural ha de verse en
las palabras del ritual de la Danza Guerrera Kinchinjunga
pronunciadas en el culto del Espíritu de Kinchinjunga por el
Heraldo que representa a Mahakala, Super Señor de todas las Deidades
Guardianas de la Fe Sikkinesa:
“Flechas, lanzas, espadas
y armas marciales se vuelven hacia
el Enemigo, deslumbrantes
y relucientes. Montañas de muertos
son consumidas como
comida. Océanos de sangre son tomados
como bebida. Los cinco
sentidos son usados como guirnaldas
de flores. Los órganos
de los sentidos son comidos como
confituras”.
Otra etapa está
ilustrada por el ritual que ha dado en llamarse: “La Eucaristía
del lamaismo”. Allí el monje oficiante primero dibuja
místicamente en su propio corazón la esencia divina, por intermedio
de la imagen del Buda Amitayus, el Buda de la Vida Infinita, y luego,
tomando un vaso del altar, lleno de agua bendita, antes consagrada,
efectúa una aspersión con el agrado liquido sobre la ofrenda
de alimentos, como sacrificio propiciatorio a los demonios, entonando
al mismo tiempo:
“Lo he purificado [i. e.
las ofrendas de arroz] con [al mantra] Svabhára, y lo
he convertido en un
océano de néctar dentro de un precioso cuenco-Bhum”.
Habiendo, de ese modo,
apaciguado a las fuerza del mal, el monje prosigue con la ceremonia
similar a la misa, hasta que, por último, habiéndose invocado a los
Budas y Bodhisattvas celestiales y otras deidades, transmuta el agua
bendita en ambrosía divina. Luego, ante la música de címbalos, el
sacerdote entona el siguiente cántico:
“Este vaso está lleno de
la inmortalidad ambrosía que las Cinco Ordenes
de Seres Celestiales han
bendecido con la vida mejor. Que la vida sea
permanente como el firme
y victorioso estandarte del Rey, fuerte como
el águila y eterna. Que
se me conceda el don de la vida inmortal y que
todos mis deseos se
cumplan10”.
Habiéndose realizado la
transmutación mística, cada comulgante recibe del monje, en el
hueco de la mano, un poco de agua consagrada, y luego una gota de
vino consagrado de un cáliz en forma de cráneo. Este vino,
habiendo estado sobre el altar durante toda la ceremonia, al igual
que el agua, contiene la esencia de los divinos que confieren
inmortalidad. El comulgante también recibe tres bolitas sagradas,
de un plato santificado por haberlo tocado el monje. Aquellas están
hechas con harina, azúcar y manteca. Luego que todos los
comulgantes participaron del agua, del vino y de las bolitas, sigue la
bendición lamaica de manos del monje, con lo que concluye el
servicio para la concesión de vida eterna.
10.- Cf.
L. A. Waddell, op. Cit. Pag
447.
13. El sacrificio místico
del Bodhisattva.
Como adecuada conclusión
de este esbozo expositivo del sacrificio sacramental tal cual se
presenta en toda su larga evolución histórica, principalmente en el
Tíbet, Kashmir y Skkim pre-budistas, ponemos ante el lector lo que
es tal vez el supremo y más sublime aspecto de la doctrina aun
desarrollada por la humanidad. El material ilustrativo proviene del
notable compendio de doctrinas budistas conocido como
Siksha-Samaccaya, recopilado por Santideva, en particular de
los primitivos Sutras mahayánicos, y traducido de un manuscrito
sánscrito traído de Nepal por el exitoso ex profesor de sánscrito
de la Universidad de Cambridge11, Cecil Bendall.
En el Narayama-Pariprcchá
se dice: “El Bodhisattva debe pensar así: 'Me ha consagrado y
abandonado a todas la criaturas; y más aún hice con mis posesiones
externas. Quien me requiera por cualquier fin, siempre que se repute
bueno, recibirá de mi la mano, el pie, el ojo, la carne, la sangre,
la medular, los miembros grandes y pequeños, y mi cabeza misma, tan
pronto me los pidan; por no citar las cosas externas –riqueza,
grano, oro, plata, gemas, ornamentos, caballos, elefantes, carruajes,
coches, aldeas, villorrios, plazas, pueblos reinos, ciudades,
capitales, sirvientes, hijos, hijas, y comida'”.
Todo cuanto el
Bodhisattva posee, incluso su propio cuerpo, queda implícito en ese
voto de renuncia “sin pesar ni inquina, ni esperanza de ver
recompensado el mérito”, y “excluida la compasión y la piedad”,
a fin de que los demás “al igual que quien ha alcanzado la
sabiduría, aprendan a conocer la Ley”.
De modo parecido, en el
Akshayamati Sutra, el Bodhisattva se nos dice: “De esa
manera ciertamente, el Bodhisattva se entrega a todas las criaturas
auxiliando a todas las raíces del bien, considerando a todas las
criaturas en sus raíces del bien, ofreciéndose como una lámpara en
medio de todas las criaturas, estableciéndose entre todas las
criaturas, como su felicidad. Así, ciertamente, si al Bodhisattva
se le reclama su palabra, se sienta y lo hace con voz afectuosa y
amigable, acuciado por amistosos pensamientos; y, sentado en un gran
diván propio de un rey, se dirige con placer a quien lo solicite.
Se vuelve desprovisto de ira mentalmente, libre de ofensas,
imperturbable, con la mente absorbida por la magnanimidad con la
mente similar a la de la estirpe de Buda, con la cadena de su
pensamiento sin oscilar en la naturaleza, pleno de fortaleza y poder,
con la mente ajena a su cuerpo, no consagrado a la charla, su cuerpo
descansando sobre sus rodillas; poniendo todo su cuerpo al servicio
de quien lo reclama, haba con su propia boca, expresando palabras
afectuosas, gentiles y graciosas: un amistoso servicio. Toma mi
palabra; haz con ella lo que te parezca bien. Obra como te plazca,
complace de corazón y queda satisfecho contigo mismo, contento y
gozoso de placer. Con esta palabras sacrifica su cabeza, produciendo
el supremo conocimiento que es la más excelsa de todas las cosas,
alcanzando la sabiduría que es la cabeza de la salvación de todas
las criaturas, anhelando incomparable conocimiento que es la
principal cabeza de todo el mundo, resuelto a logar el reinado del
conocimiento, el liderazgo de todas las regiones, deseoso de que se
cumpla la culminación del dominio sobre las cosas trascendentales ,
con una mente que expande afecto al infinito número de
solicitantes”.
Sólo el Cuerpo de la
verdad, el Dharmakáya mismo, precisa el valor del
Bodhisattva: “El abriga la idea de un cuerpo no cercenado,
indiviso, no disminuido, que consiste en el Cuerpo de la Ley, formado
por la In-obstruida Sabiduría”. Y “recordando atentamente que el
cuerpo tiene su fin en el cementerio, considerando su cuerpo comida
de lobos, chacales y perros, recordando que es la porción de otros”,
el Bodhisattva, “aplicando su reflexión a la Ley”, medita de
esta manera: “Ya sea que dé o no a quien lo reclame los intestinos,
el hígado, el corazón, o los pulmones de este mi cuerpo, al no ser
eterno, al final de mi vida se debe al cementerio. Así contento y
satisfecho, sabemos de la Ley, con la resolución afincada en la idea
del buen amigo, ante el rechazo de quien anhela extraer la esencia de
este cuerpo no-esencial, por amor a la Ley, incluso cuando sacrifica
una uña de su propia carne con el pensamiento. 'esto se aplica a la
raíz del bien', de esa manera renuncia a su propio cuerpo”.
Así también obra el
yogin que cumple el “corte” místico, la renuncia a todas las
cosas mundanas, incluso a su propio a su cuerpo carnal, por amor a la
Ley del Bien. Entonces, al dejarse de lado todo apego a la
existencia sangsárica y ganarse la gran Emancipación, él también
formulará el voto del Bodhisattva e ingresará en el Camino
Superior.
11.-
Cf. Siksha-Samaccaya, según
traducción de C. Bendall y W. H. D. Rousse, Londres, 1922, pág.
23-28.
LA SABIDURÍA QUE
TRASCIENDE LA CONCIENCIA.
“Entré
donde no supe,
y quedé no sabiendo,
toda ciencia
trascendiendo”.
San Juan de la Cruz,
Éxtasis de Contemplación.
“Que esta sea mi
plegaria; mas tú, dilecto Timoteo, en el esmerado
ejercicio de la
contemplación mística, deja detrás de ti los sentidos y
las operaciones del
intelecto, y todas las cosas sensibles e intelectuales,
y todas las cosas en el
mundo del ser y del no ser, que puedas hacer surgir.
No Sabiendo, yendo a la
unión, en cuanto resulta alcanzable, con Quien
trasciende todo ser y
conocimiento”.
* * * *
*
“Rogamos
para poder entrar en esta Oscuridad que está más allá de la Luz y,
sin ver ni conocer, ver y conocer lo que está por encima de la
visión y el conocimiento, a través de la percepción de
que no viendo y no conociendo, alcanzamos la Verdadera Visión y el
Verdadero Conocimiento”.
* * * * *
“Pues cuando más nos
remontamos en la contemplación, más limitadas se tornan nuestras
expresiones de lo que es puramente inteligible; tal como ahora,
cuando nos hundimos en la Oscuridad que está por encima del
intelecto, no nos introducimos meramente en la brevedad de la palabra
sino también en el Silencio Absoluto, tanto de pensamientos como de
palabras”
Dionisio Areopagita,
Teología Mística.
Dr.Walter Yeeling Evans-Wentz, editor.
Kazi Dawa Samdup, traductor.
Los méritos son ofrecidos a todos los seres para que
alcancen la Iluminación en esta vida.
Qué todos los seres sean felices.
Qué se liberen del sufrimiento.
Qué no se separen nunca de la felicidad.
Qué permanezcan en la gran ecuanimida
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