EL LIBRO TIBETANO DE LOS MUERTOS. La aparición de las deidades iracundas, desde el octavo hasta el decimocuarto día. [Introducción]
[La
aparición de las deidades iracundas,
desde
el octavo hasta el decimocuarto día]
[Introducción]
Ahora
ha de mostrarse la manera en que aparecen las Deidades Iracundas.
En
el Bardo anterior, de las Deidades Pacíficas, hubieron siete
fracasos a la hora de aceptar estas deidades. Estas etapas le dan
una y otra vez al difunto la posibilidad de llagar a la visión
penetrante.
Con
ese reconocimiento se liberarán; algunas por culpa de su mal karma,
por culpa de sus velos que cubren su espíritu y por culpa de sus
tendencia perjudiciales, no han podido cesar el ciclo de la Rueda de
la Ignorancia y la Ilusión. Aunque lo hayan intentado, hay un gran
número de seres que vagan hacia estados mas bajos en el Bardo
sin liberarse.
Por
tanto, luego del cese de la aparición de las Deidades Pacíficas y
de las sostenedoras del Conocimiento, salen a dar la bienvenida, las
cincuenta y ocho deidades de halo llameante, iracundas y bebedoras de
sangre, que son en número más que los anteriores. Y aunque, estas
Deidades Pacíficas cambian su aspecto –según el lugar, o centro
psíquico del cuerpo bárdico del difunto, del cual proceden; no
obstante, no se les parecen155.
El
temor lo producen ahora diferentes apariciones espantosas, este es el
Bardo de las Deidades Iracundas; y por estar influenciadas de
miedo, terror y pavor156,
el reconocimiento se vuelve más difícil. Como el espíritu no es
dueño de sí, y el intelecto no tiene autonomía, se pasa de un
estado de desmayo a una ronda de estados de desmayo. Es mas fácil
liberarse en esta etapa, el reconocer por un poco estas visiones.
La razón, es porqué a la aparición de los resplandores, que causan miedo, terror y pavor –el espíritu está atrapado por el miedo y
ésta angustia no concede ninguna distracción, pues el intelecto,
alerta, está enfocado sin ninguna distracción; he aquí el
motivo157.
Si
en esta etapa el difunto no se encuentra con esta clase de enseñanza,
escuchar una tradición religiosa –aunque ésta sea tan profunda
como un océano– de nada le servirá. Hay incluso abades, o
monjes, observadores de disciplinas y doctores en discursos
metafísicos, que en esta etapa se equivocan y, al no reconocer la
Verdad, vagan en el Sangsára.
Así
pues, que necesidad hay de mencionar sobre las personas que están
poco familiarizadas en las enseñanzas. Estas, al huir por miedo,
terror y pavor, caen en los precipicios de los mundos infelices, y
experimentan el sufrimiento. Pero el más insignificantes de los
devotos, de las místicas doctrinas mantrayánicas,
tan pronto ve estas deidades bebedoras de sangre, las reconocerá
como sus deidades tutelares, y el encuentro será de profunda
familiaridad, confiará en ellas, y al fundirse en ellas, obtendrá
el Estado Búdico158.
Habiendo
meditado sobre la descripción de esta deidades bebedoras de sangre,
mientras se estaba en el mundo humano, y habiendo cumplido algún
culto o plegaria hacia ellas, y, como mínimo, haber visto las
imágenes pintadas, al observar en esta etapa la aparición de estas
deidades, se las podrá reconocer y el resultado será la Liberación.
El propósito radica en esto.
Asimismo,
al morir los abades y los doctores, que no exponen estas enseñanzas
sobre el Bardo, por muy constantes que se hayan consagrado a
las prácticas religiosas, y por muy inteligentes en sus exposición
de doctrinas mientras estaban en el mundo humano, no mostrarán
ningún signo sobrenatural, como el halo del arco iris en la pira
funeraria, ni como las reliquias óseas de las cenizas. Esto se debe
a que, cuando estuvieron con las doctrinas místicas, o esotéricas,
jamás las retuvieran dentro de su corazón, porque tuvieron poco
aprecio hacia ellas, o porque nunca estuvieron familiarizados a
través de la iniciación con las deidades de las doctrinas místicas;
así pues, cuando éstas Deidades aparecen en el Bardo, no las
reconocen. De repente, viendo lo que nunca vieron antes, lo
interpretan como enemigos; y al engendrar un sentimiento antagónico,
ingresan en los estados miserables. Por tanto, si los observadores
de las disciplinas, y los metafísicos, no integran en sus vidas las
doctrinas místicas, o esotéricas, o menospreciaron las enseñanzas,
deberán deambular nuevamente por el ciclo de las existencias, y en
su pira funeraria159 no
se producirán signos prodigiosos tales como, luz de arco iris en el
cielo, ni se producirán jamás reliquias óseas, ni huesos
semejantes a semillas de los huesos.
Pero
el más insignificante de los practicantes, de las místicas
doctrinas mantrayánicas,
–por
vulgar, imprudente,
inculto, o
que parecía un inmoral al
no vivir de acuerdo con
sus votos, y que en todo sentido sea descuidado
en sus hábitos, e incluso incapaz, quizá, de llevar a buen éxito
las prácticas de sus enseñanzas– tendrá
buen éxito en su liberación si no tiene ninguna duda respecto a las
enseñanzas tántricas
a las
que respeta; tan solo con eso, se obtiene la emancipación
en esta etapa. Aunque
viviera una vida disipada
durante la estancia en el mundo humano, al morir aparecerán,
por lo menos, varios
signos,
como el resplandor del arco iris, las imágenes óseas y las
reliquias óseas. Esto demuestra
el gran poder y las grandes bendiciones que poseen las doctrina
tántricas160.
Aquellos
yogins
seguidores, de la corriente budista mantrayana, de un importante
desarrollo psíquico, que meditaron sobre los procesos de
visualización y perfección, y practicaron las enseñanzas
de los mantras esenciales161,
no caen en los estados inferiores del Chönyid
Bardo. Tan pronto
cesa su respiración, serán conducidos dentro de los puros reinos
paradisíacos por los Herukas, las Dakinis
y los Sostenedores del conocimiento162.
Como señal exterior de esto, es
un
cielo despejado
y puro; habrá lluvias de
flores en
el cielo despejado y soleado, en el aire se percibirá
un dulce aroma a incienso, música celestial,
resplandores; y aparecerán
en su cremación reliquias óseas e imágenes en su
pila funeraria.
Por
lo tanto, este Thödol
es indispensable para los abades o los practicantes de las
enseñanzas, para los doctores, y para los tántricos
que no cumplieron sus votos, y también
para toda la gente
común163.
Pero quienes meditaron sobre la Gran Perfección y el Gran
Símbolo164
reconocerán la Clara Luz en el momento de la muerte; obteniendo el
Dharmakáya,
y al haber reconocido la
luz fundamental no
necesitarán la lectura de este Thödol.
Mediante el reconocimiento de la Clara Luz en el momento de la
muerte, reconocerán también las visiones de las Pacíficas y las
Iracundas durante el Chönyid
Bardo, y obtendrás
el Sambhogakáya;
o mediante el reconocimiento durante el Sidpa
Bardo, obtendrán el
Nirmanakáya; y mediante el nacimiento en los planos superiores, en
su
próximo
renacimiento
encontrarán esta Doctrina, y disfrutarán la continuidad del
karma165.
Por
tanto, este Thödol
es la doctrina por la que puede alcanzarse el Estado Búdico sin
meditación; la doctrina que libera por el hecho de escucharla, la
doctrina que conduce a los seres de mal karma por el Sendero Secreto;
la doctrina que diferencia al instante entre aquellos que están
iniciados en ella y los que no lo está; y es la doctrina profunda
que conduce en un instante a la Iluminación Perfecta. Los seres
sensibles que logren
esta doctrina
no irán
a los estados inferiores.
Esta
doctrina y la doctrina del
Thödol166,
cuando se leen en voz alta
al difunto, puesto que las combinación de estos textos es como el oro
y la turquesa en un mandala.
Demostrada
la naturaleza importante
del Thödol,
viene la puesta cara a cara con la aparición
de las Deidades Iracundas en el Bardo.
155.-
Hasta ahora han aparecido las cincuenta y dos Deidades Pacíficas y
Sostenedora del Conocimiento, emanaciones de los (chakras)
los centros psíquicos cardíacos y de la garganta del cuerpo bárdico
del difunto. Las Deidades Iracundas ahora a punto de aparecer salen
del chakra de la cabeza; son los reflejos iracundos de las Deidades
Pacíficas (las que, cuando se contrastan con sus aspectos iracundos,
influyen a las Deidades Sustentadoras del Conocimiento).
156.-
El miedo, el terror y el
pavor (o la fascinación) –por parte del difunto al contemplar a
las deidades– sólo surgen en el caso del practicante corriente
que, como lo explica el texto, carece de adecuada instrucción
yóguica,
antes de morir, y para atravesarlo. Para el adepto en yoga,
que puede tomar el Bardo
“por las riendas”, como corresponde en el texto, dominando a la
Muerte, y que sabe que todas las apariencias fantasmales son
irreales, no hay Bardo
que experimentar; su meta es un renacimiento inmediato y consciente
entre los hombres o en uno de los reinos paradisíacos, o, si está
realmente maduro (lo cual sería una circunstancia excesivamente
rara) el Nirvana.
157.-
No deja de aparecer un
resplandor, cuando cesa otro; el difunto no tiene un momento de
distracción, y por ello su intelecto se vuelve con
orden y concierto (i. e.
enfocado) alerta.
158.
La sangre simboliza la existencia sangsárica; las bebedoras de
sangre simbolizan tener sed de existencia sangsárica, beber la
existencia sangsárica y saciar la sed de existencia sangsárica.
Para el practicante a quien, incluso en esta etapa, puede hacerse
comprender que estas deidades no son más que las personificaciones
kármicas de sus propias tendencias, nacidas de haber vivido y bebido
la vida, y que el poder supremo de enfrentarlas con firmeza,
encontrándolas como viejas conocidas y perdiendo luego su
personalidad en ellas, nace la iluminación en cuanto a la verdadera
naturaleza de la existencia sangsárica y, con ello, la Iluminación
Omni-Perfecta llamada Estado Búdico.
159.-
La creencia que prevalece
entre casi todos los pueblos desde tiempo inmemorial, de que
fenómenos inusuales señalan comúnmente la muerte (igual que el
nacimiento) y el funeral de un gran yogi
o santo, también prevalece entre los tibetanos; y los lamas
sostienen que tales fenómenos que si un yogi famoso es realmente un
santo, entre los huesos carbonizados de su pira funeraria se hallaran
algunos de bellas formas con apariencias de imágenes, y que en las
cenizas de los huesos quemados aparecerán pequeños nódulos como
perlas (o, tal como lo dice el texto, como semillas).
160.-
Es decir, como las
doctrinas esotéricas son comprensibles (pues se basan en la Verdad
misma), quien las sigue o reverencia, entra automáticamente, de ese
modo, en relación con fuerzas psíquicas muy definidas.
161.-
Es decir, los
practicantes, de manera cabalmente científica, bajo la dirección de
un maestro competente, la entonación de ciertos mantras,
llamados mantras
esenciales. He aquí ejemplos de éstos: om
mani padme hum,
(¡“salve a la joya den el loto”!) o (¡”Salve a aquel que es
la joya del loto”!); om
wagi sheri mum
(“¡Salve al señor del habla”!); om vajra pani hum (¡”Salve
al sostenedor del dorje”!); los tres mantras esenciales de “Los
Protectores del lamaísmo; el primero es el mantra del bodhisattva
Avalokiteshvara, “El que ve con ojos penetrantes”. El Gran
Compasivo; el segundo, el
del bodhisattva Manjushri, “El dios de la sabiduría mística”; y
el tercero, el del bodhisattva Vajrapani, “El que blande el Vajra,
(rayo)”.
162.-
Cf. el siguiente pasaje de una oración en favor del moribundo, de
The Book of Craft of Dying, de. De Comper): “Cuando tu alma salga
de tu cuerpo, acudan a ti gloriosas compañías de ángeles; que te
encuentres con la hueste victoriosa, los dignos jueces, y senadores
de los santos apñostoles; llegue a ti la justa inmaculada y
esplendorosa compañía de los santos confesores, con el número de
los gloriosos mártires; que recibas la jubilosa compañía de las
santas vírgenes; y se te abra el lugar del descanso y la dicha. La
digna compañía de los santos patriarcas, contándote entre ellos
eternamente.
163.-
Los lamas sostienen que, si bien la mera bondad y el conocimiento
literario son
deseables en los practicantes que buscan la Liberación, es
indispensable la sabiduría espiritual asociada con la fe
inconmovible y la exclusión de todos los intelectuales. Este es uno
de los preceptos que
los grandes yogis
tibetanos enseñan a todos los neófitos: “Es ciertamente difícil
obtener la Liberación sólo a través del conocimiento intelectual;
la Liberación se obtiene fácilmente
mediante la fe”.
164.-
“La gran Perfección” se refiere a la doctrina fundamental que
concierne al logro de la Perfección o Estado Búdico, como lo enseña
la Escuela de Gurú Padmasambhava. “El Gran Símbolo (mahamudra)
se refiere a un antiguo
sistema indio de yoga,
relacionado con la misma Escuela, pero que en la actualidad lo
practican más especialmente los seguidores de la escuela Kargyupa,
fundada a finales del siglo XI d. C. por el erudito yogi
tibetano Marpa, quien, tras su transito por la India como discípulo
del pandit
Atisha y de Naropa, introdujo el Gran Símbolo en el Tíbet.
Milarepa, el más amado de todos los yogis tibetanos, que fue sucesor
de Marpa, desarrolló la práctica del Gran Símbolo y la convirtió
en la enseñanza fundamental de la Escuela.
165.-
Si se reconoce la Realidad cuando ésta aparece por primera vez, i.
e., si el difunto despierta al estado Sambhogakáya
durante el Chönyid
Bardo, interrumpe el
ciclo normal de renacimientos; y por tanto el Desierto puede retornar
voluntariamente y con plena consciencia al mundo humano como una
Encarnación divina, para trabajar en bien de los seres humanos. Si
el reconocimiento se demora
hasta el Sidpa Bardo,
y se alcanza el Nirmanakáya
esto es tan sólo un despertar parcial, no una captación diáfana de
la Realidad, pues el Sidpa
Bardo es un plano
mucho más bajo que el Chönyid
Bardo; pero incluso
entonces se ganará la gran recompensa del nacimiento espiritualmente
iluminado en uno de los planos superiores (el deva-loka, el
Asura-loka, o el loka-humano) y, tras nacer de nuevo en el mundo
humano, el practicante asumirá, en virtud de las tendencias ganadas
en la anterior vida terrena, el estudio de las doctrinas místicas
del mantrayana y las prácticas yóguicas
desde el punto en que las interrumpiera la muerte, pues ésta es la
continuidad del karma.
166.-
Texto: Btags-grol
(pronuncia, Tah-dol),
pequeña obra tibetana que consiste totalmente en mantras y se usa
para acompañar al Bardo
Thödol. Si el
difunto muere sabiendo los Tahdol
mantras,
que son potentes talismanes, le brinda un seguro tránsito a través
del Bardo,
y un feliz renacimiento. Muy a
menudo, un ejemplar del Tahdol
(o quizá tan sólo algunos de sus mantras copiados en tiritas de
papel acomodadas en un rollito) se ata al cadáver, y con él se lo
incinera o inhuma, a semejanza del ejemplar del Libro egipcio de los
muertos que ordinariamente se enterraba con la momia.
Dr.Walter Yeeling Evans-Wentz, editor.
Kazi Dawa Samdup, traductor.
Los méritos son ofrecidos a todos los seres para que
alcancen la Iluminación en esta vida.
Qué todos los seres sean felices.
Qué se liberen del sufrimiento.
Qué no se separen nunca de la felicidad.
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