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MILAREPA. Capítulo V. LA PRUEBA Y LA PENITENCIA. CONTINUACIÓN


Capítulo V. 

LA PRUEBA Y LA PENITENCIA. 
CONTINUACIÓN.

"Para esta época, llegó de Tsang-rong, Metön-Tsönpo para recibir la Gran Iniciación en el Démchog Mandala7. Entonces, mi Reverenda Madre (la esposa de mi Gurú) se dirigió a mí diciendo: 'Ahora es tiempo de que tú también te inicies. Intentémoslo'. Pensé que habiendo logrado construir un edificio de esa índole por mis propias manos, sin recibir siquiera una piedra del tamaño de una cabeza de cabra, ni una cesta de tierra, ni un jarro lleno de agua, ni una palada de arcilla a modo de ayuda de parte de los demás, con seguridad debía merecer alguna consideración y juzgué enteramente seguro que se me conferiría la Iniciación. De modo que, postrándome, tomé asiento entre los candidatos a la iniciación. 

7. Vale decir, la Iniciación en la aplicación práctica de doctrinas místicas tales como las contenidas en el Démchog (Bde-ch'og: sánscrito: Shamvara) Tantra, que es una parte del muy voluminoso Kah-gyur o canon del Budismo norteño.

"Al verme allí, el Lama preguntó: '¿Gran Brujo, cuál es tu ofrenda?' Repliqué: 'Tu Reverencia me prometió que cuando yo terminara la construcción de la casa para el hijo de Tu Reverencia, sería favorecido con la iniciación y la instrucción. Dé modo que espero que Tu Reverencia tenga a bien concederme ahora la Iniciación'. Ante esto, el Lama exclamó: '¡Qué presunción! ¡Qué impertinencia! ¡Sólo porque juntaste unos pocos codos de adobe yo, por ventura, debo imponerte de la sagrada doctrina que obtuve en la India con mucho sacrificio y costo personales!. Si puedes pagar los honorarios de iniciación, santo y bueno, ¡págalos! Si no puedes, aléjate de este Círculo Místico'. Y me golpeó, y arrastrándome del cabello, me arrojó fuera. Entonces deseé haber estado muerto, o morir allí, en ese sitio. Pasé toda la noche llorando. 

"Luego vino a mí la señora del Lama y dijo: 'El Lama está más allá de toda comprensión. Dice que trajo la Sagrada Doctrina de la India a esta tierra para beneficio de todos los seres sensibles; y que, como regla general, la enseñaría, y predicaría, hasta a un perro que llegase a su presencia, obligándose a rezar por su bienestar. No pierdas, por tanto, la fe en él'. De esa manera la buena mujer procuró animarme. 

"A la mañana siguiente, el Lama mismo llegó hasta mí y dijo: 'Gran Brujo, mejor que dejes de trabajar en esta casa que tienes en construcción, y que empieces otra mansión de doce pilares, con un salón y una capilla, para que sirvan de anexo al edificio principal. Cuando hayas concluido esto, con seguridad te daré las Instrucciones'. 

"Eché una vez más los cimientos de un edificio. Mientras tanto la señora del Lama continuó suministrándome diariamente excelente comida y condimentos junto con un poco de chhang; y me consolaba y me daba buenos consejos. 

"Cuando se acercaba el tiempo de terminarlo, Tsurtön-Wang-gay, de Döl, llegó para recibir la Gran Iniciación en el Mandala de lo Esotérico8.  Entonces, la señora del Lama me dijo: 'Hijo mío, esta vez nos la arreglamos de todos modos para que te las iniciaciones'. Me procuró un panecillo de manteca, un manto y un pequeño vaso de cobre, y me dijo que fuese y tomase asiento entre los shishyas que concurrieran a recibir la iniciación. El Lama, al notar mi presencia, dijo; 'Gran Brujo ¿tienes los honorarios de iniciación como para tomar asiento en las filas de los novicios?'. Presenté mi panecillo de manteca, el manto y el vaso de cobre, y dije que éstas serían mis ofrendas. A esto el Lama replicó que estas cosas ya le pertenecían, puesto que habían sido traídas como honorarios de iniciación por otros; que no servirían, y que debía traer algo que me perteneciese o salir del círculo místico de aquellos que iban a iniciarse. Y dicho esto, se levantó aparentemente furioso y me echó a puntapiés, de modo que deseé hundirme en la tierra.

8. Texto: Sang-dü aquí se refiere a una parte muy abstrusa y esotérica de la instrucción dada a los candidatos a la Iniciación en Ciencias Ocultas de la Escuela Kargyütpa. En otros contextos, Sand-dú (Gsang-düs) es el nombre tibetano de una deidad tántrica conocida en sánscrito como Guhya-kala. Literalmente, Sang-dü significa "Esotérico" (u "Oculto"), con referencia a la intuición mística conferida mediante el poder superior del Siddhi (literalmente: "Realización"). Las otras clases de intuición que disfruta un Siddha se conocen como Chi'ir-Dü, que significa "Exotérico" (o "Externo") y Nang-Dü, "Interno".

"Entonces se me ocurrió lo siguiente: 'Visto que causé la muerte de tantas personas por medio de brujería, destruí tal cantidad de cosechas con tormentas de granizo, todo cuanto sufro ahora es el resultado kármico de aquellas malas acciones. O el Lama, pensé, debe haber percibido en mí algo por lo que yo no seré capaz de recibir y practicar la Doctrina. ¿O es que, además, —me pregunté—, no me consideró personalmente con aprecio y estima? Sea lo que fuere, pensé para mí, sin religión, la vida humana no es digna de vivirse; y decidí suicidarme. En este instante, la señora del Lama me trajo su parte de las ofrendas de comida consagrada, y me comunicó sus sinceras condolencias. Pero yo había perdido todo gusto, hasta por la comida consagrada, y pasé toda la noche llorando. 


Marpa


"A la mañana siguiente, el Lama mismo vino hasta mí y dijo: 'Debes terminar los dos edificios; entonces te daré con seguridad las Instrucciones y las Verdades'. 

"Siguiendo mis trabajos de edificación, casi había completado el anexo, cuando surgió en mi paletilla otra llaga; y al manar por las tres llagas sangre y pus, toda mi espalda se convirtió en una llaga enorme. Se la mostré a mi Reverenda Madre; y recordándole la promesa del Lama de darme instrucciones, le pedí que intercediese ante el Lama, de modo que tuviese a bien conferirme las Verdades por las que yo estaba sediento. Mi Reverenda Madre miró mis llagas con atención y derramando profusas lágrimas prometió hablar por mí ante el Lama. 

"De modo que se presentó a éste y habló de esta manera: 'El Gran Brujo efectuó tanto trabajo de edificación con sus manos y piernas que está todo agrietado y magullado, y su espalda supura por tres grandes llagas, que rezumen sangre y pus. Antes de esto oí hablar de caballos y asnos con sus lomos llagados, y también he visto algunos; pero nunca oí de un ser humano con su espalda llagada, y mucho menos vi a ninguno. ¡Que desgracia será para ti que las gentes se enteren de esto! ¡Tú, que siendo un Lama altamente respetado y honrado, resultes tan cruel! Tendrías que tener alguna conmiseración hacia el muchacho. Es más, prometiste darle la Instrucción que él deseaba tanto, luego que completase la edificación'. El Lama contestó: 'Es verdad que lo dije; le prometí que cuando terminase el edificio de diez pisos le daría las Instrucciones, ¿pero dónde están los diez pisos? ¿Ya los terminó?' 'Pero', urgió mi mediadora, 'él construyó un anexo que supera en tamaño, con exceso, al edificio de diez pisos'. 'Mucha charla, poco trabajo, como dice el proverbio', replicó el Lama. 'Cuando haya completado el piso décimo le daré las Instrucciones... y no hasta entonces. ¿Pero su espalda está realmente quebrantada por las llagas?'. 

"Oh Reverendo Padre, el despotismo te impide verlo. De lo contrario tendrías que haber notado que no sólo tiene una llaga en la espalda sino que también toda su espalda no es sino una llaga enorme". Dicho esto del modo más severo, la señora del Lama se apresuró a alejarse de él. Pero el Lama la llamó diciendo: "Haz entonces que el joven venga hasta mí." 

"De modo que fui a verle, confiando grandemente en que al fin se me darían las Instrucciones; pero en lugar de ello se limitó a ordenarme que le mostrase mi espalda llagada. Luego que hice esto, la observó con mucha atención y dijo: 'Esto no es nada en comparación con las pruebas y tribulaciones que soportó mi Señor el Santo Naropa. El tuvo que sufrir en su propio cuerpo doce pruebas mayores y doce pruebas menores, que sumaban veinticuatro en total. Ni siquiera yo escatimé mi riqueza ni consideré la seguridad de mi cuerpo, sino que sacrificando ambos sin mala voluntad, seguí y serví a mi Maestro Naropa. Si realmente estás en busca de la Verdad, no te ufanes tanto de tus servicios, y continúa esperando pacientemente y trabajando con firmeza hasta que tu tarea de construcción esté terminada por completo'. Una vez más mis esperanzas cayeron por el suelo.   

"Entonces, el Lama, poniendo su manto en forma de almohadilla, me mostró cómo los caballos y los asnos son enjaezados cuando se llagan el lomo, y me aconsejó hacer lo mismo a mi respecto. Cuando le pregunté de qué servía una almohadilla cuando toda mi espalda era una llaga, me dijo fríamente que eso impediría que entrase tierra en la herida, empeorándola; y añadió que tendría que seguir acarreando arcilla y piedras. 

"Considerando para mí mismo que tal era el deseo de mi Gurú, juzgué que debía continuar y actuar según se me ordenara. Por ende, tomé mis cargas, las puse frente a mí y de esa manera fui a trabajar. Al ver el Lama lo que yo hacía, dijo interiormente: "Digno de alabanza es ese noble shishya que sin mala voluntad obedece las órdenes de su Gurú', derramando secretamente lágrimas de regocijo al ver mi sinceridad y mi fe en él. 

"Al fin, como las llagas se agravaron e inflamaron cada vez más, sufrí por ellas tanto dolor, que ya no fui capaz de continuar trabajando; y le pedí a la señora del Lama que intercediese nuevamente por mí, para que se me diesen las Verdades. Y si esto inclusive me fuese rechazado, deseaba permiso para descansar un tanto hasta poder reiniciar el trabajo. Ella así lo hizo, pero el Lama se limitó a decir: 'El no puede tener la Doctrina ni las Instrucciones hasta que haya terminado los edificios; pero puede descansar si no es capaz de trabajar, puesto que esto no puede remediarse. En cualquier caso, que haga el trabajo en la medida en que le sea posible'. Entonces mi Reverenda Madre me permitió descansar para curar mis llagas. 

"Cuando éstas curaron en parte, el Lama, sin mencionar para nada las Instrucciones, me dijo: 'Gran Brujo, mejor es que reinicies tu trabajo de construcción y lo prosigas rápidamente'. Yo estaba a punto de obrar según se me mandara, cuando mi Reverenda Madre dijo secretamente: 'Hagamos algo para que te dé las Enseñanzas'. 

"Luego de consultarnos recíprocamente, decidimos que yo saldría con todos mis bienes mundanos (mis libros y demás) junto con un pequeño saco de harina de cebada, atado en mi espalda; y que entonces le diría: '¡Oh, déjame ir, déjame ir!' en un lugar del camino visible (y audible) para el Lama desde donde (habitualmente) se sentaba. Esto era para hacer creer que me marchaba mientras ella me contenía, diciendo: 'No te marches, no te marches; haré lo más que pueda para conseguirte las Instrucciones'. 

"Cuando se llevó a cabo esta pequeña representación dentro del alcance de la vista (y los oídos) del Lama, éste llamó: 'Damema (Sin Egotismo), ¿qué comedia es la que representáis vosotros dos?' Su señora replicó: 'El Gran Brujo dice haber venido de un país muy remoto, confiando en obtener de ti, su Gurú, conocimiento de las Verdades Salvadoras. Sin embargo, en vez de obtenerlas, sólo incurrió en tu desagrado, logrando para sí una cantidad de tundas. Y ahora, temiendo morir sin haber aprendido las Verdades, desea ir a otra parte para buscarlas; y yo le aseguro que haré lo más que pueda para obtenerle las Verdades, y trato de detenerle'. 'Ya veo', dijo el Lama; y abandonando su asiento, y dándome varios golpes, gritó: 'Cuando viniste a mí por primera vez, ¿no me ofreciste todo tu ser, tu cuerpo, tu palabra y tu mente? ¿Dónde deseas ir ahora?. Me perteneces por entero. Si gustase, podría partir tu cuerpo en cien pedazos; y nadie podría impedírmelo. Y así pretendes marcharte, ¿qué te propones al llevarte harina de mi casa?'. Y dicho esto, me derribó por el suelo, y me dio una violenta paliza; luego llevó dentro de la casa el saco con harina. 

"Ante esto me atravesó el corazón una pena tan grande como la de una madre que perdió a su único hijo. Pero, al mismo tiempo, estaba aterrorizado por la imperiosa dignidad del Lama, y por el pensamiento de que todo lo ocurrido era resultado de mi consulta con la señora de éste. No pude hacer otra cosa que regresar y echarme a llorar. Mi Reverenda Madre dijo que era evidente que el Lama no se decidiría a acceder a mi pedido de las Verdades mediante ninguna de nuestras plegarias, súplicas, estratagemas y demás. 'Pero ten la seguridad', me dijo, 'que ciertamente al fin te las concederá. Mientras tanto, me aventuraré a enseñarte algo'.  Y bondadosamente me enseñó el método o sistema de meditación sobre Dorje-Pa-mo9, que apaciguó en gran medida el anhelo de mi corazón, aunque no alcancé el bien total de 'La Realización del Conocimiento10'.  Pero en verdad estaba muy agradecido por lo que recibí de mi Reverenda Madre. Pensé que como era la esposa de mi Gurú, al recibir de ella tales Verdades ayudaría a limpiar mis malas acciones. De modo que procuré demostrarle mi gratitud realizando pequeños servicios para su comodidad, tales como confeccionar un asiento para que se sentase cuando ordeñaba las vacas durante el verano, y otro para que lo usase cuando tostaba la cebada en el patio delantero de la casa. 

9. Texto: Rdjorje-P'ag-mo (se pronuncia: Dorje-Pa-mo): Sánscrito: Vajra-Váráhí, que significa "Jabalí Inmutable (o 'Rayo)", Diosa hindú, cuya forma de jabalí es un símbolo místico. La concepción brahmánica de Váráhí está contenida en el capítulo XXIII de Tantra-rája (ver Textos Tántricos, ed. por A. Avalon, tomo xii), y su Dhyáná (o modo de meditar en ella) está contenida en la Introducción Inglesa (Pág. 43) del mismo tomo. Es descripta como Janakátmiká, vale decir, posee la naturaleza del Padre (Janaka). De acuerdo a la creencia tibetana, Dorje-Pamo está ahora encarnado en la Abadesa del famoso Monasterio Sam-ding. Como tal, esta Abadesa es la única deidad femenina encarnada, del Tíbet. 
10. Vale decir: la Comprensión de las Verdades, nacida de su práctica bajo el control de un Gurú competente. 

"Para esa época, empecé a decidirme seriamente a ir en busca de otro Gurú. Pero sopesando el asunto nuevamente, llegué a la conclusión de que con respecto a la Doctrina por la que obtendría yo la Emancipación perfecta en esta vida, mi Gurú actual era el único que la poseía. Aprecié también que, a menos que consiguiese la Emancipación en esta vida, las malas acciones que cometiera bastarían para lanzarme a uno de los Infiernos. Por ello resolví hacer lo máximo posible para emular a Naropa en sus rudas pruebas y sufrimiento, al igual que en su infatigable perseverancia en la búsqueda de la Verdad Salvadora, y de manera tal que asegurase mi Emancipación. Así dispuesto, seguí mi trabajo de construcción, apilando piedras y amontonando tierra para hacer barro. 

"Entonces llegó Ngogdun-Chudor, de Zhung, trayendo valiosos presentes, y acompañado por un gran séquito, para recibir la Gran Iniciación en el Mandala (o Rito) de Gaypa-Dorje11.

11. Texto: Dgyes-pa-rdorje (se pronuncia: Gay-pa-Dorje), nombre tibetano de una deidad tántrica, y también de una serie de Tantras en ocho volúmenes: sánscrito: Hevajra.

"Luego, la señora del Lama se dirigió a mí diciendo: 'Si el Reverendo Padre está aun insatisfecho con la gran devoción y obediencia que demostraste al construir estas casas sólo con tus manos, y debe recibir algunas ofrendas pecuniarias como honorario de iniciación, démosle algo a fin de "asegurar tu participación en esta ceremonia de iniciación, a toda costa. Ofrécele esto, y toma la iniciación; y si pone dificultades, sumaré mis ruegos a los tuyos'. Diciendo esto depositó en mis manos una valiosa turquesa, de tinte azul oscuro, que era de su propiedad particular. 

"Entonces fui y la ofrecí como mi honorario de iniciación, tomé asiento entre quienes iban a participar de la ceremonia. El Lama tomó la turquesa; y haciéndola girar una y otra vez, y examinándola cuidadosamente, al fin me dijo: Gran Brujo, ¿cómo conseguiste esta turquesa?' Repliqué: 'La Reverenda Madre me la dio'. Sonrió y dijo: 'Dile a Damema que venga'. Cuando llegó la Reverenda Madre, él dijo: 'Damema, ¿cómo conseguimos esta turquesa?' Ella se postró varias veces ante él y contestó: 'Reverendo Padre, esta turquesa de ningún modo es de nuestra común propiedad. Es una parte especial de propiedad privada que me dieran mis padres al casarnos. Al ver que Tu Reverencia era más bien de mal genio, se temía que riñésemos. De modo que la turquesa tendía a servirme de reserva en el caso de que nos separásemos; y tuve de conservarla en secreto como pieza de propiedad enteramente privada. Pero al observar cuán ávido está este muchacho en obtener la Doctrina, no pude dejar de tomarla y dársela. Ten a bien aceptar esta turquesa y concederle la Iniciación. El padeció mucha sufrimiento mental al haber sido expulsado del Círculo Sagrado varias veces. Permíteme, entonces, rogarte que te apiades de él. Y a vosotros también, hijos míos, Ngogdun y los demás, os pido, en esto, que suméis vuestras plegarias a las mías'. Habiendo concluido, ella se postró nuevamente varias veces ante el Lama.


Tilopa


"Al enterarse del mal genio del Lama, Ngogdun y los otros no se animaron a pronunciar palabra, sino que se limitaron a ponerse de pie e inclinarse, repitiendo; 'Sí, sea como dice nuestra Reverenda Madre'. Pero el Lama —ahora con la turquesa en su collar— sólo dijo: 'Damema, tu desatino hizo que yo casi perdiera esta valiosa turquesa; podría haberse perdido por completo. ¡No seas tonta, por favor!. Puesto que me perteneces por entero, la turquesa, por supuesto es mía. Gran Brujo: si tienes algo de tu propiedad, puedes traerlo aquí y te conferiré la Iniciación. Esta turquesa es de mi propiedad'. 

"Al ver que la Reverenda Madre le había ofrecido la valiosa turquesa, pensé que tal vez él se ablandase permitiéndome participar de la Iniciación; de modo que permanecí allí por breve tiempo. Ante esto, el Lama se encolerizó y poniéndose de pie con ira feroz (aparente), gritó: 'Tú, impertinente, ¿por qué no te marchas cuando te lo digo? ¿Qué derecho tienes a permanecer en mi presencia?' Luego, con fuerza pasmosa me derribó en el suelo, boca abajo. Entonces, me cogió, me arrojó de vuelta sobre mi espalda, con gran violencia. Estaba por tomar su bastón para golpearme, cuando Ngog-dun intervino y me llevó. Mientras tanto, extremadamente aterrorizado, salté por la ventana, lo cual preocupó al Lama, aunque pretendiera estar enojado.    

"El salto no me hizo daño, pero yo estaba tan afligido y lastimado en el corazón, que resolví matarme. Pero de nuevo mi Reverenda Madre vino a mí, portadora de consuelo, me dijo: 'Gran Brujo, no te lo tomes tan a pecho. En ninguna parte puede haber un discípulo más querido ni fiel que tú. Si después de todo has de irte y buscar otro Gurú, te ayudaré con los presentes y medios necesarios para tus gastos'. De esa manera buscó consolarme, quedándose conmigo y llorando toda la noche, descuidando por entero su deber de estar presente y secundar las devociones vespertinas del Lama. 

"A la mañana siguiente, el Lama me citó a su presencia. Fui con la esperanza de que entonces iba a satisfacer mis más caros deseos. Me preguntó si su rechazo a iniciarme el día anterior había conmovido mi fe en él o me había inspirado disgusto. Respondí: 'Eso no conmovió mi fe en ti, pues consideré que fueron mis grandes malas acciones las que me excluyeron de participar en la ceremonia, y estoy traspasado por el remordimiento'.  Al decir esto, me brotaron las lágrimas y él me ordenó que me marchase, diciendo: '¿Qué razón tienes para culparme de esta manera con tu llanto?'.

"Al salir, sentí como si mi corazón casi se destrozara; un torbellino perfecto parecía desgarrarse en lo más recóndito de mí. Pensé en el oro que yo tenía cuando salí para seguir mi carrera de malas acciones, y deploré al hado que me privaba de eso ahora, cuando deseaba seguir el sendero de la rectitud. ¡Oh, cómo deseé tener aunque fuera la mitad de aquél! Entonces podría obtener la Iniciación y la Doctrina. Pero sin oro, vi que este Lama jamás me daría ni la una ni la otra. Necesitaría tener siempre algo como presente, aunque fuese a otra parte a obtener la Doctrina; nada podía hacerse sin eso. Al no poseer ninguna riqueza mundana, tendría que morir sin emancipación, fracasando en la obtención de la Doctrina salvadora. Sería mejor para mí terminar mi vida de inmediato antes que seguir viviendo sin aquélla. ¿Qué debería hacer? ¡Oh! ¿Qué debería hacer? ¿Me marcharía para convertirme en sirviente de algún rico y, ahorrando mis pagas, juntaría bastante oro para abonar mis honorarios de iniciación y para sostenerme durante el período de penitencia y meditación? ¿O debería ir a mi casa y ver a mi madre? Tal vez podría obtener algún dinero allí, de alguna forma; pero ¡había producido tan triste estrago entre las gentes de mi distrito con mi maldad y mi Magia Negra! Sin embargo, debía hacer de inmediato una de las dos cosas. Debía marchar en busca del oro o de la Doctrina. ¡Pero debía irme!.

"De modo que tomando mis libros, y dejando el saco de harina, por temor de incurrir en el desagrado del Lama, salí sin siquiera informar a mi Reverenda Madre de mi intención. Cuando recorrí unas cuatro o cinco millas en el camino, de pronto me venció un intenso anhelo de verla por remordimiento ante mi ingratitud de abandonar a la bondadosa señora sin decir una palabra. Era tiempo de la comida matutina, de modo que recogí por caridad un poco de harina de cebada, pedí prestadas algunas vasijas, junté alguna leña y cociné mi comida. Cuando terminé de comer era pasado el mediodía. Entonces se me ocurrió que al tomar mi comida del Lama se me había pagado, al menos, la mitad de mi sueldo por el trabajo que le efectuara. Y al reflexionar sobre el trastorno que experimenté al procurar esta sola comida matutina, y comparándolo con la rica vida que yo disfrutara en la casa del Lama, toda ya preparada por su señora —platos calientes, sabrosos y humeantes todos los días— me sentí muy ingrato al marcharme sin despedirme de la bondadosa señora. Tenía mediatamente pensado regresar pero era incapaz de resolverme a hacerlo.

"Mientras seguía mi camino para devolver las vasijas que pidiera prestadas, un anciano me detuvo diciendo: '¡Querido mío! Eres enteramente joven y capaz de trabajar. ¿Por qué mendigas? ¿Por qué no te ganas la comida leyendo las Escrituras, si puedes leer? ¿O si no puedes leer, por qué no trabajas en algo? Ganarías tu comida y también un poco de dinero. ¿Puedes leer o no?' Le contesté diciendo que yo no era mendigo profesional y que podía leer. Entonces el anciano dijo: 'Muy bien; ven, quédate en mi casa, léeme las Escrituras, y te pagaré generosamente'.  

"Me complació bastante aceptar el ofrecimiento, y pronto me hallé enfrascado en la lectura de la versión abreviada del Prajñá-Páramitá en ocho mil versos12. En el curso de mi lectura, llegué a la historia de un Arhant llamado Taktungoo (Siempre-Lloroso), en la que se narra que este Arhant, al encontrarse sin dinero, para procurarse la Doctrina vendió la carne misma de su cuerpo. Nada puede ser más caro para un hombre que su propio corazón, y con todo se decidió incluso a venderlo. Aunque la consecuencia inmediata fuese la muerte, eso no lo apartaría de su propósito. Al comparar mis pruebas con las del Arhant me pareció que se empequeñecían y aniquilaban. Entonces, brotó en mí la esperanza de que, al fin, el Lama me impartiría la doctrina que yo anhelaba. 'Pero aunque no lo hiciera', reflexioné, '¿mi Reverenda Madre no me prometió ayudarme a encontrar otro Gurú?' De modo que regresé a él.

 12. El Prajñá-Páramitá (tibetano: S'er p'yin), o "Sabiduría Trascendental", en veintiún volúmenes, forma la tercera gran división del Canon budista norteño conocido como el Kah-gyur y corresponde al Abdhidharma (tibetano: Ch'osnon-pa), o Parte Metafísica del Canon budista sureño como el Tri-Pitaka (o "Tres Cestos [de la Ley]"). Debido a lo abultado del original, hay varias versiones resumidas, tal como la que se menciona en nuestro texto.

"Volvamos a lo que sucedió al tiempo que abandoné al Lama. Cuando la señora del Lama percibió que yo me había marchado realmente, se presentó ante el Lama y dijo: 'Al fin, Reverendo Padre, tu implacable enemigo te abandonó. 

¿Estás ahora satisfecho?' '¿Qué quieres decir?', preguntó él. Y ella replicó: '¿No se trata del pobre Gran Brujo al que trataste como a tu más mortal enemigo?' El Lama frunció el ceño pero no pudo contener una lágrima. 'Oh Gurús de las Deidades Kargyütpa, y Espíritus Guardianes', exclamó, 'traedme de vuelta a mi destinado discípulo'. Dicho esto, se envolvió la cabeza en su manto y permaneció en silencio por largo tiempo. 




"Después de volver y rendí pleitesía a la señora del Lama, ésta se alegró grandemente y dijo: 'Realmente, esto es lo mejor que podías haber hecho. Pienso que el Lama ahora, por fin, te favorecerá con alguna doctrina, pues al informarle de tu partida, derramó lágrimas y gritó; '¡Que regrese mi destinado y dotado discípulo!' 'Y pienso que fuiste traído de vuelta por la gracia del Lama'.  

"Sin embargo, pensé para mí que la Reverenda Madre decía esto sólo con el fin de animarme; pues juzgué que desear que volviese y llamarme su dotado discípulo, y todo eso, difícilmente concordaba con su rechazo a darme siquiera el mínimo bocado de doctrina espiritual. Si verdaderamente me había llamado dotado sería para regocijarse; pero su rechazo a darme cualquier enseñanza sobre la Doctrina misma, o a permitirme a que fuese a buscarla de cualquier otro, me llenó de graves temores de más contrariedad. 

"Entonces entró la Reverenda Madre y le dijo al Lama: 'Oh Reverendo Padre, el Gran Brujo no pudo dejarnos. Ha vuelto. ¿Puedo darle permiso para que entre y te rinda pleitesía?' 'Oh, no es por amor hacia nosotros sino por amor a sí mismo', dijo el Lama; 'pero puedes permitirle que entre y tribute sus respetos'.  Tras entrar donde el estaba Lama, éste me habló diciendo: Gran Brujo, no vaciles en tus objetivos. Si realmente estás ávido de obtener la Doctrina, debes estar preparado para sacrificar la vida misma por ella. Ahora, vete; y primero completa los tres pisos que faltan de la construcción; y entonces tu deseos serán concedidos. Pero si piensas de otro modo —¡caramba!, sólo estoy desperdiciando comida en ti; y puedes irte donde lo desees'. 

"Salí de la presencia del Lama sin animarme a proferir palabra; pero le dije a la señora: 'Reverenda Madre, tengo un gran anhelo de ver a mi madre una vez más, y estoy seguro de que el Lama no me dará las Doctrinas. Si estuviese seguro de obtenerlas al completar el edificio, me sentiría muy contento de continuarlo y terminarlo. Pero veo muy bien que el Lama sólo suscitará una objeción tras otra, como excusas para no dármelas. Estoy seguro de que no las conseguiré, aunque complete el edificio. De modo que ten a bien permitirme volver a mi casa. Les deseo a ambos fortuna y larga vida'.

"Me incliné ante ella y estaba saliendo cuando me dijo: 'Tienes completa razón. Te prometí encontrarte un Gurú. Ahora bien, hay un discípulo del Lama, llamado Ngogdun-Chudor, que tiene los mismos preceptos y doctrinas que el Lama; haré lo mejor de mi parte para disponer que recibas las Doctrinas que deseas obtener de él. Quédate aquí un poco más, y por unos pocos días actúa como si trabajases'. Deleitado ante la perspectiva de obtener mi deseo, trabajé con voluntad durante varios días. 


Naropa


"Parece que el gran Padit Naropa, mientras vivió, tuvo el hábito de observar el décimo día de cada mes como gran día de veneración, y Marpa también estaba acostumbrado a hacer lo mismo. En oportunidad de esta celebración del santo día, la Reverenda Señora puso en práctica una estratagema a sus expensas, de esta suerte. Para la ocasión se habían fermentado tres grandes vasijas, conteniendo cada una veinte medidas de chhang. Ella las coló; y sacando la cerveza de la primera la dispuso en una jarra, haciendo que el chhang de ésta le fuese servido al Lama por varios asistentes (entre éstos, ella y yo), llenándole su cuenco con la bebida una y otra vez. La segunda cerveza fue servida a los discípulos. Y de la tercera cerveza, la señora sorbió sólo un poco. Seguí su ejemplo, y evité embriagarme. Sin embargo, todos los restantes discípulos estaban más o menos ebrios. En cuanto al Lama, al saturarse tan asiduamente con esa cerveza fuerte en extremo, quedó profundamente dormido13. Mientras el Lama dormía, su señora sustrajo del cuarto de aquél ciertos artículos, incluidas las guirnaldas de Naropa y el rosario de rubíes. Luego, con una carta en nombre de mi Gurú, que ya tenía totalmente dispuesta, y encerrando allí las guirnaldas y el rosario como un regalo del Lama, tras envolverlos en un costoso pañuelo y sellando la carta con un sello del Lama, me encomendó me dirigiese al antes mencionado Ngogdun-Chudor y se la entregase. El principal tenor de la carta consistía en una orden a Ngogdun para que diese las Doctrinas al Gran Brujo. De esa manera me envió en dirección a la Provincia Central del Tíbet, para aprender la Doctrina; y fui a Nogdun con plena confianza en su habilidad para que me enseñase las Verdades Salvadoras.

13. Ha de notarse aquí que esta sobre-indulgencia surge, en primera instancia, de una notable costumbre ritual, que no difiere de las relacionada con las libaciones y Santa Comunión de otras religiones; y que, en segundo lugar, como todo se debe a una argucia femenina, el Lama mismo no es moralmente responsable. Como se lo explica en forma más completa en nuestra Introducción, Marpa representa meramente una evolución de transición del Budismo tibetano. Su ilustre sucesor, Milarepa, fue un reformador, mucho más integral que Tsong-khapa, el Reformador de Gelugpa, o iglesia Establecida del Tíbet. Mientras Marpa se casó y vivió en el mundo, siendo mas erudito que santo, Milarepa enseñó, e ilustró con su vida después, que el ideal superior es el renunciamiento absoluto — riguroso ascetismo. En uno de sus Himnos documentó su oposición al uso de bebidas estimulantes, no sólo de las que contienen alcohol, sino hasta del te.

CONTINUATRÁ.

Walter Evans-Wentz and Lama Kazi Dawa Samdup photographed circa 1919.jpg
Del lbro:: EL GRAN YOGI MILAREPA DEL TIBET
 Editorial: Kier
Kazi Dawa Samdup, traductor.

Los méritos son ofrecidos a todos los 
seres para que alcancen
 la Iluminación en esta vida.
Qué todos los seres sean felices.
Qué se liberen del sufrimiento.
Qué no se separen nunca de la felicidad.
Qué permane

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YOGA TIBETANO Y DOCTRINAS SECRETAS: *B) LA DOCTRINA DEL NIRVANA. *4. EL INCOMPLETO CONOCIMIENTO DE OCCIDENTE SOBRE EL BUDISMO. *5. EL OPTIMISMO JUBILOSO DEL BUDISMO. *A) LA DOCTRINA DE BUDA SOBRE LA LIBERACIÓN DE TODAS LAS COSAS VIVIENTES. *B) EL CAMINO DE BUDA HACIA LA LIBERACIÓN UNIVERSAL.

B) LA DOCTRINA DEL NIRVANA.      Aunque de esa manera niegue toda posibilidad de cualquier suerte de inmortalidad personal, o alma, en un cielo o infierno fenoménico, el budismo, con su Doctrina del Nirvana , habla de un destino mucho mayor que aguarda a la humanidad; y tal vez ninguna otra doctrina budista fue tan a la humanidad; y tal vez ninguna otra doctrina budista fue tan mal interpretada como ésta.      La palabra sánscrita Nirvana significa literalmente “apagarse” o “apagar”, como apagar el fuego o la llama de una vela. También significa “enfriar” o “tornarse frío”, con respecto a la existencia sensual. Y los occidentales que tan sólo comprendieron estos aspectos exotéricos de su significado son responsables de la errónea opinión, actualmente tan esparcida, de que el Nirvana , el Summun Bonum del budismo, es sinónimo de la aniquilación total del ser. Correctamente entendido, el Nirvana implica el “apagarse” o “enfriarse...

EL LIBRO TIBETANO DE LOS MUERTOS. APÉNDICE. 1) La Invocación de los Budas y Bodhisattvas. 2) “El Sendero de los Buenos Deseos para Salvar del Estrecho y Peligroso Pasadizo del Bardo”. 3) Aquí comienza: “Los Versos Radicales de los Seis Bardos”

APÉNDICE. En nuestro manuscrito, pero no en la xilografía, se encuentran trece folios de rituales y plegarias (literalmente, “senderos de los buenos deseos”) que todos los lectores profesionales del Bardo Thödol deben conocer, de memoria, y aplicar cuando es necesario 1 ; aquí se les traduce de esta manera: 1) La Invocación de los Budas y Bodhisattvas. Instrucciones para el oficiante: La invocación de los Budas y Bodhisattvas en petición de ayuda, cuando alguien está muriendo, es así: Se realizan ofrendas a la Trinidad, sean reales o imaginarias, por la persona moribunda, o por su familia; y teniendo en mano incienso de dulce aroma repite, con gran devoción, lo siguiente: Todos vosotros los Budas y Bodhisattvas de la diez direcciones 2 , dotados de gran compasión, de omnisciencia, del ojo divino, de amor, que procuran a los seres sensibles, felicidad, por el poder de vuestra gran compasión, en acudir a este lugar; aceptar estas ofrendas expuestas realment...

YOGA TIBETANO y DOCTRINAS SECRETAS: LIBRO II : LA SUCESIÓN DE LOS GURÚS. * EL SENDERO NIRVÁNICO; EL YOGA del GRAN SÍMBOLO. * PLEITESÍA. * PROEMIO. * INSTRUCCIONES PRELIMINARES. *El refugio, la resolución y la unión con los Gurús. * Las siete posturas corporales. * Los efectos de las siete posturas corporales.

IV. LA SUCESIÓN DE LOS GURÚS.      La Sucesión hindú, u original, de los Gurús de las doctrinas del Gran Símbolo, que, en la Pleitesía de nuestro texto, se llama Dinastía Blanca [o Linaje], como lo hemos observado, que transcurre desde el siglo I antes de Cristo hasta la época de Marpa, que fundó la rama tibetana de aquélla, durante la última mitad del siglo XI de nuestra era. Por lo tanto, existe una historia ininterrumpida de la enseñanza, en una forma u otra, durante unos dos mil años. De acuerdo con la tradición de los kargyüpas, esta historia se extiende asimismo, en relación inversa, hasta la era pre-cristiana, durante considerables siglos.      Marpa, el primero de los Gurús tibetanos de la Sucesión, pasó, según se dice, dieciocho años como shishya en la India, y consultó cerca de cien ilustrados filósofos indios. Su versión tibetana del Gran Símbolo debe, por lo tanto, haberse basado en el más autorizado texto disponible en...