Capítulo II.
EL SABOR DEL DOLOR.
Relato de la muerte y última voluntad del padre de Milarepa; el robo de la herencia por parte de los tíos paternos; y las penalidades, como resultado, sufridas por Milarepa, su madre y hermana.
Rechung habló nuevamente y dijo: "Oh Maestro, complácete en relatar los detalles de tus sufrimientos, y las contrariedades que siguieron a la muerte de tu padre".
Entonces Jetsün continuó: "Cuando había llegado casi a los siete años de edad, mi padre, Mila-Sherab-Gyaltsen, contrajo una grave enfermedad. Los médicos y lamas que lo atendían coincidieron en que no podían ofrecer esperanzas de su recuperación, y anunciaron que su fin se acercaba. Asimismo, todos sus parientes tenían conciencia de que se estaba muriendo, y hasta el mismo paciente perdió las esperanzas y se resignó a morir. Mi tío y mi tía, otros parientes, amigos, y todos los vecinos se reunieron y, en presencia de éstos, mi padre hizo saber sus últimos deseos, confiando el cuidado de su viuda y huérfanos a mi tío y a mí tía, como así también la administración de toda su hacienda. Hizo confeccionar un testamento por escrito, lo leyó, firmó y selló en presencia de todos cuantos se hallaban reunidos.
"Entonces habló de la manera siguiente: 'Bueno, advierto que no sobreviviré a esta enfermedad. Debido a que mi hijo es actualmente de muy tierna edad, lo confío al cuidado de todos mis parientes, en especial, de su tío y su tía. Lego todas mis posesiones, incluidos mis rebaños de ganado, ovejas y caballos de los pastizales en lo alto de las colinas; mis campos, incluido el 'Triángulo de Worma' y otros campos más pequeños; mis vacas, cabras y asnos, de aquí, debajo de casa; mis utensilios domésticos de oro, plata, cobre e hierro; mis ornamentos y guardarropa personales; mis turquesas, sedas y atavíos; mis graneros y, en resumen, todas aquellas posesiones mías, respecto de las cuales no necesito tener envidia de los demás. De esto, utilicen una parte en mis ceremonias fúnebres. En cuanto al resto, lo confío a todos vosotros (que estáis aquí reunidos) hasta el tiempo en que mi hijo esté en edad de atender todo por sí solo. Pero confío principalmente esta propiedad al cuidado del tío y la tía de mi hijo. Cuando mi hijo llegue a la edad correspondiente, debido a que Zesay se comprometió con él en la infancia, dejad que la pareja se una en matrimonio; y cuando la novia haya sido recibida en la casa, que ambos se encarguen de toda la propiedad, y administren la casa por sí, siguiendo los pasos de sus padres. Pero hasta que mi hijo alcance la madurez, confío todo a vosotros, a todos mis parientes, pero principalmente, a vosotros dos, el tío y la tía de mis hijos. ¡Administrad bien todos lo bienes! ¡Tened la seguridad de que os vigilaré desde el reino de los muertos!' Al decir esto, mi padre expiró.
"Cuando se completaron las ceremonias fúnebres de mi padre, todos los parientes dijeron: 'Que Guirnalda Blanca del Nyang se haga cargo de toda la hacienda, y que cada uno de nosotros, de tiempo en tiempo, le ayude y secunde también según su necesidad, con lo mejor de nuestra capacidad'.
"Pero mi tío y mi tía dijeron: 'Todos podéis decir lo que os plazca, pero nosotros somos los parientes más cercanos, y nos encargaremos de que la viuda y los huérfanos no sufran. En cuanto a la hacienda, nos haremos cargo de ella'. Y a pesar de todo cuanto mi tío materno y el padre de Zesay pudieron decir, la hacienda personal de mi padre se dividió entre mi tío y mi tía de esta manera: mi tío tomó todos los ornamentos y atavíos masculinos, mientras que mi tía tomó todas las pertenencias femeninas; el resto de la hacienda se dividió entre ellos por igual, y se nos autorizó a ir a vivir con cada uno de ellos por turno. Y así fuimos privados de todos los derechos sobre nuestra hacienda, y no sólo eso sino que en el verano se nos obligó a trabajar como campesinos para mi tío, y en el invierno como hiladores y cardadores de lana para mi tía. La comida que se nos daba era tan penosa que sólo resultaba apropiada para los perros. Nuestras ropas eran trapos miserables atados a nuestros cuerpos con una soga como cinto. Obligados a trabajar sin consideración, nuestras manos y pies se agrietaron y se llenaron de ampollas. La precaria y tosca comida, nos volvió miserablemente escuálidos y demacrados. Nuestro cabello, en otro tiempo adornado con oro y turquesas, se endureció e in fectó con piojos.
"Las personas compasivas que nos conocieron en los tiempos de nuestra prosperidad no podían contener sus lágrimas al vernos. Las murmuraciones sobre la vil conducta de mi tío y mi tía corrieron por toda la vecindad, pero éstos no repararon en eso. Mi madre, mi hermana y yo fuimos reducidos a tal miserable estado que mi madre acostumbraba decir sobre mi tía: 'Ella no es Khyung-tsa-Pal-den (Demostradora de la Nobleza de los Descendientes de las Águilas), sino una Dumo-Takden (Demonio que muestra la naturaleza de la tigresa)', y desde entonces a mi tía se la conoció por el mote de 'Demonio Atigrado'. Asimismo, mi madre solía decir que el proverbio: 'Confía la propiedad a los demás y te convertirás en perro que guarda la puerta', demostró ser cierto en nuestro caso. 'Porque mira', decía, cuando vivía tu padre MilaSherab-Gyalten, todos solían observar nuestro rostro para ver si reíamos o fruncíamos el ceño. Pero ahora, quienes son dueños de la riqueza se manejan como si fuesen reyes, todos observan la sonrisa y el ceño fruncido de nuestros tíos'. Mi madre también participó de los cumplidos que se murmuraban por allí: 'Marido rico, esposa hacendosa. ¡Suave lana, fino cobertor!' Qué cierto es este proverbio en este caso. Mirad qué sucede cuando un marido hábil ya no está más al frente. Antes, cuando su esposo vivía, Guirnalda Blanca del Nyang solía ser llamada modelo de ama de casa, debido a su energía y hacendosidad; a su mano se la solía llamar nutricia. Pero ahora fueron puestas a prueba su energía y hacendosidad, y queda al descubierto su debilidad'. De modo que cuanto más sufríamos, más desagradables eran las cosas que decían de nosotros, y la gente vulgar, nuestros anteriores subalternos, no perdían ocasión de desacreditarnos a nuestras espaldas.
Los padres de Zesay solían proveerme un trozo de tela o un par de zapatos de tiempo en tiempo. También solían decirme: 'Mientras los hombres no se consagran a la hacienda, la hacienda no es estable; es como el rocío en las hojas de hierba. De modo que no es preciso que te lamentes demasiado de la pérdida de tu fortuna. Tus padres y tus antepasados adquirieron riqueza con su propio empeño e industriosidad. No fueron ricos siempre sino que la riqueza la lograron al final. Y tiempo vendrá en que tú también ganarás tu fortuna'. De este modo me consolaban frecuentemente.
Cuando yo tenía unos quince años de edad, mi madre poseía un pequeño terreno llamado "Tepe-Tenchung (Alfombrita del Hambre), que aunque no llevaba un nombre muy auspicioso, rendía una buena cuota de cereal.
Este terreno lo cultivaba mi tío materno y su producto se almacenaba afuera. Con parte de éste compró reservas de carne mientras la morena cebada se fermentaba en chhang1 y la blanca molienda se convertía en harina.
1. Chhang: cerveza de muy escaso contenido alcohólico que, en las zonas más altas del Tíbet se prepara principalmente con cebada casera; en Sikkim y otros países más bajos, tributarios, o antes, como Sikkim, parte del Tíbet, el chhang por lo común se prepara echando agua hirviendo sobre mijo fermentado. La bebida ceremonial ofrecida a los huéspedes por todos los tibetanos es el té chino en el que se derrite manteca al tiempo de prepararlo, o el chhang; y sin uno u otro no sería completa la hospitalidad demostrada hacia viajeros o peregrinos.
"Entonces esparció la noticia de que Guirnalda Blanca del Nyang y sus hijos iban a dar una fiesta con vistas a recuperar su patrimonio. De todas partes se pidieron alfombras prestadas, que extendieron por el piso de nuestra amplia casa. Se invitó a la fiesta a todos nuestros vecinos, más especialmente a quienes habían estado presentes en ocasión del fallecimiento de mi padre y conocían su última voluntad, y a todos nuestros parientes encabezados por nuestro tío y nuestra tía. A mi tío y a mi tía se le dio una oveja entera a cada uno, y a los otros huéspedes se los obsequió con los cuartos, patas, chuletas y las costillas, de acuerdo con su posición y grado de relación para con nosotros. Se llenaron hasta el borde las copas con chhang1 y empezó el banquete.
"Entonces mi madre se puso de pie en medio de los presentes y habló de la manera siguiente: 'Ruego a la honorable compañía aquí reunida me permita explicar por qué ha sido invitada a estar presente en esta ocasión, pues, como lo dice el refrán: «El nacimiento de un hijo hace necesaria la ceremonia de imposición del nombre; y el ofrecer chhang hace necesaria una charla»'. De modo que tengo pocas palabras que decir relativas a los últimos deseos de mi difunto esposo, Mila-Sherab-Gyaltsen, padre de estos niños, —asunto que todos vosotros conocéis, por ser los mayores del lugar, encabezados por su tío y tía. Por eso os pido que escuchéis el testamento que ahora voy a hacer leer'. Entonces, mi tío materno accedió a leer en voz alta el testamento a los allí reunidos. Cuando concluyó, mi madre habló nuevamente, diciendo: 'Todos los aquí presentes tienen conocimiento del testamento oral expresado en su presencia por mi extinto esposo, de modo que no les voy a fatigar repitiéndolo. Para ir al grano, nosotros (la madre y los niños) estamos profundamente agradecidos por todo lo que debemos a nuestro tío y tía, y por todos los cuidados que nos prodigan hasta el momento presente. Pero ahora que mi hijo es capaz de administrar la casa por sí mismo, pido que se restituya la hacienda a nuestro cuidado. También os pido que veáis que se case con Zesay, y que ella se instale debidamente en su casa anexa, de acuerdo con los deseos de mi difunto marido'.
"Luego que mi madre dijo esto, mi tío y mi tía, aunque en discrepancia en todos los otros asuntos, en esto unieron sus fuerzas, puestos de común acuerdo se habían apropiado indebidamente de mi patrimonio para su propia utilidad. Es más, yo era el único hijo varón, mientras que mi tío tenía varios hijos. Mi tío y mi tía, concertados de esta manera en una maquinación para defraudarnos, y replicaron:
'¿Dónde está la hacienda de que habláis? Cuando Mila-Sherab-Gyaltsen vivía, tomó prestadas estas casas, campos, caballos, oro y plata. Todo era nuestro y nos lo reintegró sólo cuando estuvo a punto de morir. Esto fue únicamente la restitución de bienes a sus legítimos propietarios. ¿Cuándo tuvisteis de vuestra propiedad una partícula de riqueza, una medida de cebada, un pan de manteca, una pieza de tela o siquiera una cabeza viva de ganado? Jamás vimos ninguna. ¡Y ahora tenéis la audacia de decir semejante cosa! ¿Quién escribió ese testamento? Debéis estar agradecidos que no dejamos que criaturas miserables como vosotros perecieran de inanición. En verdad, parecería aplicable a vosotros el refrán que dice: 'Mejor medir un arroyo que corre con azumbres, que hacer un favor a un perverso'.
"Mofándose de nosotros, se levantaron abruptamente de sus asientos, sacudieron sus vestimentas y pateando con los tacos de sus zapatos sobre el piso, dijeron: 'Si realmente se llega a eso, esta misma casa en que estamos es nuestra. ¡Marchaos, huérfanos ingratos, marchaos!' Dicho esto, abofetearon a mi madre, a mi hermana y a mí en el rostro con los extremos de sus largas mangas2. Y todo cuanto mi madre pudo decir, fue: '¡Oh Mila-Sherab-Gyaltsen! Mira el trato que tenemos que soportar, tú que dijiste: ¡Os protegeré desde el reino de los muertos! Ahora, si puedes, con seguridad es tiempo de que lo hagas'. Y desplomándose con un ataque de llanto histérico, se desvaneció. Yo y mi hermana no pudimos prestar otra ayuda que la de nuestro llanto.
2. Vale decir, las largas mangas holgadas del vestido nacional tibetano, que cuando se las deja caer libremente cubren las manos y, de ese modo, protegen del frío.
"Mi tío materno, viendo que mi otro tío tenía muchos hijos no se animó a pelearlo. Los otros vecinos que se hallaban buenamente dispuestos hacia nosotros, sumaron sus lágrimas a las de mi madre, diciendo: '¡Pobre viuda! ¡Pobres huérfanos!' Muchos sollozaron y fueron pocos los que no derramaron lágrimas.
"Mi tío y tía continuaron: 'Reclamáis riqueza de nosotros, pero parecéis tener mucha, puesto que pudisteis invitar a todos vuestros vecinos y amigos a tan gran banquete. No necesitáis reclamarnos nada, y como nada tomamos de vuestra riqueza, decid lo que gustéis. Y aunque la tuviéramos, no os la vamos a restituir. ¡Haced lo peor, huérfanos miserables! ¡Si os creéis en número suficiente, pelear! ¡Si juzgáis que sois demasiado pocos, maldecid!'.
"Tras decir esto, se marcharon. Quienes estaban a su lado los siguieron a continuación; nuestra madre aun lloraba, hasta que sólo quedaron detrás para consolarla nuestro tío materno y la gente de Zesay, con otros pocos que nos acompañaban. Estos prosiguieron bebiendo lo que quedó de chhang, diciendo: '¡Oh, no lloréis! De nada vale'. Propusieron levantar una suscripción con todos los que estuvieron en la cena, ofreciéndose a dar su parte, y que nuestros tíos paternos fuesen nuevamente solicitados con la confiada esperanza de que al menos hiciesen una contribución decente. Con la suma así acumulada se propuso que yo fuese enviado lejos para que se me educase. Mi tío materno dijo a mi madre: 'Sí, sí, hagamos eso, y enviemos al niño para que aprenda algo. En cuanto a ti y a tu hija, podéis venir a vivir conmigo, mientras cultiváis vuestros campos mediante vuestro propio trabajo. Debemos obrar de la mejor forma posible para avergonzar a esos tíos'.
"Pero mi madre dijo: 'Puesto que no se nos va a restituir nuestra hacienda, no considero posible criar a mis hijos mediante dinero obtenido por caridad de los demás. Además, no existe la mínima probabilidad de que sus tíos nos restituyan una parte de nuestra propiedad. En cuanto a mi hijo, por supuesto debe ser educado. Tras éste rechazo del tío y la tía a restituirnos lo que nos pertenece, harán lo máximo para exponernos a la vergüenza si nuevamente nos sometemos a ellos. Nos maltratarán peor que nunca; y seremos como tambor en su caja o humo volando3. Nos quedaremos aquí y trabajaremos nuestro campo'.
3. Vale decir, hecho rodar como cuando resuena el tambor o mecerse como el humo al viento.
"De modo que fui enviado a un lugar de Tsa, llamado Mithong-gat-kha (El Otero Invisible), y allí puesto bajo la tutela de un lama de la Secta Roja, llamado Lugyat-khan (Ocho Serpientes), famoso maestro del lugar.
"Durante este período, parece que nuestros parientes contribuyeron con alguna ayuda pecuniaria a nuestro sostén. En especial, los padres de Zesay eran muy buenos; de tiempo en tiempo nos enviaban harina y manteca, e incluso combustible; y a menudo permitían que la misma Zesay viniese al lugar donde yo estudiaba, para consolarme. Mi tío materno suministró alimento a mi madre y a mi hermana de modo que no se vieran obligadas a mendigar ni a servir a los demás, y solía hacer que la lana para hilar y tejer se la trajesen a su casa para evitar a mi madre que fuese de puerta en puerta pidiéndola. De esa manera nos ayudó en gran medida para que ganásemos alimento y un poco de dinero. Por su parte, mi hermana, cumpliendo tareas que le encomendaban, a fuerza de duro trabajo se ingenió para cuidar de sí de alguna manera (en lo que concernía a tener dinero para gastar). Pero a pesar de todo, sólo conseguíamos burda comida y teníamos que contentarnos con las ropas hechas de retales. Todo esto me causó mucho pesar; en ese tiempo no conocí el mínimo de dicha"'.
Al cesar la narración, todos cuantos escuchaban, sin excepción, se conmovieron profundamente con aflicción y pesadumbre. Las lágrimas rodaron por sus mejillas y por un rato todos guardaron silencio.
Este es el relato de aquella parte de su vida en la que Jetsün tuvo real experiencia de la existencia del dolor.
Editorial: Kier
Dr.Walter Yeeling Evans-Wentz, editor.
Kazi Dawa Samdup, traductor.
Los méritos son ofrecidos a todos los
seres para que alcancen
la Iluminación en esta vida.
Qué todos los seres sean felices.
Qué se liberen del sufrimiento.
Qué no se separen nunca de la felicidad.
Qué permanezcan en la gran ecuamidad.


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