Capítulo V.
LA PRUEBA Y LA PENITENCIA.
Relato de cómo Jetsün obedeció las órdenes de su GURÚ Marpa, sufriendo extrañas pruebas y grandes penalidades; y de cómo, desalentado, abandonó a Marpa en tres ocasiones y buscó otro Gurú, volviendo luego con Marpa.
"Entonces salí en busca de limosnas por todo el Valle de Lhobrak, y obtuve cuatrocientas veinte medidas de cebada1. Con doscientas ochenta de ellas compré una vasija grande de cobre, libre de manchas e imperfecciones tanto fuera como por dentro, y de cuatro asas, una en cada uno de los cuatro lados. Con veinte medidas procuré carne y chhang. Las restantes ciento veinte medidas las puse en un gran saco, y colocando la vasija de cobre arriba de todo, llevé esto a la casa donde moraba mi Gurú.
1. La versión (Pág. 94) del señor Bacot da la cantidad de medidas como veintiuna, cada una de estas aparentemente iguales a veinte de las medidas más pequeñas mencionadas en nuestra versión, y en correspondencia con las medidas citadas en la frase siguiente.
"Al llegar allí yo estaba algo fatigado; sucedió que dejé caer mi carga un poco pesadamente, de modo que hice temblar un tanto a la casa. Esto pareció hacer enojar a mi Gurú, pues se puso de pie de un salto, diciendo: '¡Ah! Pareces ser un pequeño devoto particularmente fuerte. ¿Quieres matarnos también a todos derrumbando la casa con la mera fuerza física. ¡Fuera con tu saco!' Y pateó el saco fuera de la casa, de modo que me vi obligado a colocarlo afuera. Entonces pensé que mi Gurú era simplemente un poco irritable y que debía cuidarme de comportarme apropiadamente en su presencia; ni en lo mínimo se conmovió mi fe en él2. Luego, tras vaciar la vasija de cobre, nuevamente la llevé dentro de la casa e, inclinándome, se la ofrecí al Lama. La aceptó poniendo su mano sobre ella; y luego, sin retirar su mano, permaneció por un rato con sus ojos cerrados, rezando. Concluyó su invocación y pude ver las lágrimas que caían por su cara, cuando dijo: 'Esto es auspicioso; lo ofrezco a mi Gurú Naropa'; y simultáneamente hizo con sus manos el ademán de ofrecer algo. Luego cogió las asas y las sacudió violentamente, y golpeó la vasija con una vara, haciendo con ello tan fuerte ruido como le fue posible. Finalmente, llevó la vasija hasta el extremo del altar y la dejó allí, llenándola de manteca purificada para el encendido de las lámparas del altar.
2. Como se verá más tarde en la Biografía, las diversas disposiciones anímicas — ira, mala voluntad, crueldad y demás— que Milarepa exhibe aparentemente en su relación como Gurú con su Shishya, Milarepa, son totalmente fingidas. Ningún verdadero Gurú se permitiría jamás tales indignas pasiones en su forma real como para que lo dominen o en algún grado lo controlen; y el falso despliegue de aquéllas, cuando se ve en conjunto, tuvo un doble propósito, a saber: probar a Milarepa y obligarlo a hacer penitencia por los males que ejecutara a través de la práctica de la Magia Negra. Antes de ser aceptado como Shishya, el aspirante está siempre sujeto a ciertas rigurosas pruebas respecto de su competencia (adhikára). Sólo después de tales pruebas el Gurú decide para cuál instrucción —si le corresponde alguna — está capacitado el aspirante.
"Estando muy preocupado por mi Liberación, le supliqué reiteradamente que me confiriera alguna instrucción; entonces dijo: 'Tengo una cantidad de discípulos devotos y adeptos seglares en las Provincias de Ü y de Tsang que gustarían venir aquí, pero les robaron repetidamente, por el camino, pastores nómadas de Yamdak y Talung, al igual que por los Lingpas. Saqueados con tanta frecuencia, están prevenidos de venir aquí con cualquier víveres o presentes. Ve y lanza un estrago de granizo sobre los ladrones. Eso es un deber religioso; después te daré entonces la instrucción sobre la Verdad'.
"De modo que fui y lancé una terrible tormenta de granizo sobre cada uno de los lugares mencionados y, regresando, solicité la instrucción prometida. Pero el Lama replicó: '¡Qué! ¡Pretendes pedir el Más Sagrado Dharma, que yo conseguí a tal costa y auto-sacrificio, de la India, a cambio de dos o tres mezquinas granizadas! Ahora, Señor, si realmente te afanas por la Verdad, irás y mediante brujería, en la que te proclamas adepto, destruirás una cantidad de montañeses de Lhobrak, pues también éstos robaron a menudo a mis discípulos que viajaban aquí desde Nyal-Loro y frecuentemente también me ofendieron a mí. Si puedes concretar algún signo de estrago en prueba de tu poder mágico, emprenderé tu instrucción en las Verdades Místicas, que me transmitiera mi reverendo Gurú, el gran Pandit Naropa —Verdades por las que puede ganarse la Liberación en una sola vida, alcanzándose el Estado Búdico'.
"De nuevo actué como se me ordenaba; y al tener efecto entre los montañeses de Lhobrak mi maldición mágica, se produjo entre ellos una disputa; durante la lucha murieron muchos de ellos. Sin embargo, la visión del derramamiento de sangre me afectó con remordimiento y angustia profunda. Mi Gurú, al percibir que entre los muertos había algunos que lo ofendieran, me dijo; 'Es enteramente cierto que eres un adepto en brujería'. Y me dio el título de Thuchhen (Gran Brujo).
Al pedirle nuevamente las Verdades salvadoras, dijo: ¡Ah, ah! ¿Debo cederte las Verdades más sagradas, que traje de la India con tan grandes esfuerzos, gastando por ellas todos mis bienes mundanales en oro —Verdades que aun ofrecen el santo hálito de los Seres Angélicos que me las dieron, y todo a cambio por que realizaste acciones malvadas? ¡Ea, Señor! Eso sería un gran broma que haría reír a todos. Cualquier otro que no fuese yo te habría matado por tal presunción. Ahora, Señor, irás y convertirás en bien todo el perjuicio y el daño que causaste en las cosechas de los pastores, y restituirás la vida a los que murieron entre los hombres de Lhobrak. Si puedes hacer eso, santo y bueno; haré que tengas las Verdades. Si no puedes, mejor que no entres a presentarte otra vez'. De esa manera me regañó como si me fuese a golpear. En lo que a mí respecta, yo estaba sumido en las profundidades de la desesperación y lloré amargamente, mientras la esposa del Lama intentaba consolarme.
"A la mañana siguiente el Lama fue bastante amable por venir a decirme: 'Temo haber sido demasiado rudo contigo, ayer por la tarde, pero no te lo tomes muy a pecho. Ten paciencia y espera, y tendrás las Enseñanzas. Pues me pareces una persona habilidosa. Por lo tanto, me gustaría que construyeses una casa para mi hijo, Darma-Doday (El Joven, el Ramillete de los Sútras). Cuando la hayas completado, no sólo te daré las Verdades, sino que también te proveeré de toda comida y ropa necesarias para el período de tu estudio. 'Pero', insté, '¿qué me sucederá si en ese tiempo muero sin liberarme?' Respondió: 'Te prometo que no morirás en el intervalo sin liberarte. Mi doctrina no está vacía de toda promesa definida. De modo que, como pareces tener una considerable cantidad de energía y perseverancia, sin que nadie te estorbe, te complacerás en ver si obtienes o no la Liberación en una sola vida. Mi escuela nada tiene en común con otras. En ella encontrarás más emanación de Graciosas Ondas Divinas [Bendiciones] y Revelación Espiritual más directa que en cualquier otra escuela3. Consolado y feliz con estas confortadoras promesas, pedí de inmediato al Lama un plano de la casa propuesta.
3. Esto se refiere a la creencia lamaica, muy semejante a la cristiana, de que la gracia divina los seres humanos pueden recibirla en la tierra en forma de ondas irradiadas por seres espirituales. Marpa sostenía que los Gurús superhumanos de su Secta eran más capaces de ayudar al devoto que los de cualquier secta menos espiritualmente dotada, por la guía directa brindada por ellos telepáticamente.
"Ahora bien, al pedirme que le hiciera este trabajo, el Lama, como después lo percibí, tenía en vista tres objetivos. Primero, al no haber participado en una reunión celebrada bajo juramento por sus parientes varones en cierto lugar (de importancia estratégica), por lo que se acordó que no se erigiría allí ninguna fortaleza4, deseaba construir allí una casa, pues el sitio era muy deseable, siendo seguro, de difícil acceso y siempre cerrado a aquellos juramentados. Segundo, deseaba que yo expiase mis malas acciones. Y tercero y último, deseaba desorientar a las antedichas facciones para que le permitiesen proseguir sin oposición la construcción del edificio en el sitio que él deseaba.
4. Como lo señala el señor Bacot (Pág. 97), en el tiempo de Milarepa no había gobierno centralizado en el Tíbet, había desaparecido el poder de los reyes tibetanos y no se había establecido aun la autoridad de la China; de ahí que los señores feudales locales, celosos uno del otro, convinieran en no fortificar el sitio al que se refiere nuestro texto.
"Recurrió a la siguiente estratagema. Me llevó a un cerro orientado hacia el Este y señalando un lugar en particular, describió una estructura circular y me ordenó que empezase a construirla allí; y esto lo hice de inmediato. Cuando terminé casi la mitad, vino y me dijo que, al darme las órdenes, al principio, no había considerado bien el asunto y que debía detener el trabajo de la construcción y demolerla, reintegrando la tierra y las piedras que yo empleara al lugar de donde las había tomado.
"Cuando llevé a cabo lo ordenado, el Lama, que me pareció ebrio5, me llevó a un cerro orientado hacia el Oeste y, tras ordenarme que construyese allí otra cosa, describió el plano de un recinto en forma de medialuna, y se marchó. Cuando yo había construido la casa casi hasta la mitad de la altura requerida, el Lama vino nuevamente mientras trabajaba y dijo que ésta casa tampoco resultaría, y que yo debía restituir la arcilla y las piedras a los lugares de donde las había retirado. Obedecí sus órdenes nuevamente.
5. Esto también fue fingido por Marpa, a fin de que tuviesen éxito sus planes de imponer a Milarepa penitencias de naturaleza muy rigurosa.
"El Lama me llevó otra vez lejos, esta vez hasta un cerro orientado hacia el Norte y se dirigió a mí de esta manera: 'Mi Gran Brujo: me parece que estuve ebrio la última vez que te dije construyeses una casa, de modo que te di una orden equivocada. Aparentemente se trató de un extremo error. Pero ahora me construirás realmente una linda casa en este sitio'. Me aventuré a decir que para él era un gasto inútil y para mí un gran trastorno el construir y derribar casas una y otra vez. Le supliqué que considerase bien las cosas y que luego me diese sus órdenes. Dijo: 'Hoy no estoy ebrio, y este asunto lo medité bien. La morada de un místico tántrico debe ser triangular, de modo que construye una de esa forma. Esta no será demolida'.
"Fue así como procedí a construir una casa triangular. Cuando terminé cerca de una tercera parte de ella, un día vino el Lama y dijo: '¿Quién te ordenó construir una casa como ésta?' Respondí: 'Vamos, esta es la casa para el hijo de Tu Reverencia, y tú la dispusiste'. 'No recuerdo haber dado tal orden', dijo. 'Pero si es como dices, entonces en esa ocasión no debo haber estado en plena posesión de mis sentidos, o debo haber estado rematadamente loco'. 'Pero', urgí, 'temiendo que fuese a suceder algo de esta índole, me aventuré a observar ante Tú Reverencia la necesidad de una consideración cuidadosa; y entonces te complaciste en asegurarme que habías considerado todo cuidadosamente, y que esta construcción no sería demolida. Y en esa ocasión, Tu Reverencia pareció estar en estado mental perfectamente normal'. El Lama replicó: '¿Qué testigo tienes de esto? ¡Vamos! ¿Estás buscando destruirme junto con los míos, por medio de brujería, metiéndonos en esta construcción triangular que te pertenece, y que semeja un triángulo mágico? ¡Vamos, hombre, yo no te robé tu patrimonio! Además, si realmente ansías instrucción religiosa... la misma conformación dé esta casa es suficiente como para predisponer contra ti a todas las Deidades Locales. Procura entonces demolerla de inmediato y lleva todas las piedras y la arcilla al sitio de donde las retiraste. Luego, te daré la instrucción que deseas o sino ¡puedes marcharte!' Y el Lama se retiró aparentemente muy enojado. Yo estaba muy afligido por esto pero eso no remediaba nada. Yo necesitaba la Verdad y no tenía otra opción que demoler la casa triangular, igual que las otras, y hacer con los materiales según se me ordenara.
"Para este tiempo yo tenía en mi espalda una gran llaga, entre mi hombro y la columna vertebral, pero no me animé a mostrársela al Lama pues temía que se disgustase si lo hacía. Tampoco me animé a mostrársela a su esposa, no fuera que pensase que lo que quería era advertirla de cuán arduamente trabajaba para ellos. De modo que guardé la herida para mí, y sólo solicité su ayuda para que le suplicase al Lama que me diese la instrucción prometida.
"La maternal dama fue amablemente ante su marido y dijo: 'Mi Señor, tus inútiles empresas de construcción sólo están agotando la vida del pobre joven. Ten piedad de él ahora y dale alguna instrucción'. El Lama contestó: 'Prepara una buena cena y tráemela. De modo que la dama preparó alguna comida y se la llevó. Entonces el Lama me dijo; 'Gran Brujo: no me acuses falsamente como lo hiciste ayer sobre cosas que yo no hice. En cuanto a la instrucción, te la daré ahora'. Y me enseñó las cuatro fórmulas de los Refugios6, con las plegarias, órdenes y votos, y añadió: 'Estas se llaman Instrucciones Religiosas Temporales. Pero si buscas las Instrucciones Religiosas No Temporales, o Verdades Místicas, debes hacer tales y tales cosas a fin de merecerlas'. Y procedió a recitar una breve historia de la vida de su Gurú Naropa, y concluyó diciendo: 'Pero difícilmente puedas alcanzar un ideal tan elevado como éste; temo que te resultará muy difícil'. Al oír esto, la fe me conmovió de tal manera hasta el fondo de mi corazón que fui incapaz de reprimir mis lágrimas; e interiormente resolví hacer cuanto el Lama me ordenase.
"Pocos días después de esto, el Lama me invitó a una caminata con él, y acepté. En el curso de nuestro paseo, llegamos al sitio ya citado, en el que los tíos y primos del Lama coincidieron en no construir, y que ahora era custodiado por ellos. Aquí el Lama se detuvo y dijo: 'Ahora vas a construir en este sitio una casa común cuadrada, de nueve pisos de alto, con una parte superior ornamental que forme un décimo piso. Esta casa no será demolida; y luego de Completarla te conferiré las Verdades que buscas, y estado en retiro, cumpliendo Sádhaná (Meditación), te proveeré toda la comida y vestimentas necesarias'. Aquí me aventuré a sugerir que me permitiese pedir a su esposa —a quien yo acostumbraba llamar Reverenda Madre— que viniese y fuese testigo de sus palabras. Accedió a mi pedido; de modo que fui y llamé a la Reverenda Madre, mientras el Lama se ocupaba en diseñar el plano. Luego, en presencia de ambos, dije: 'Hasta ahora construí tres casas y de nuevo demolí cada una de ellas. En el primer caso el Lama dijo no haber considerado debidamente el asunto; en el segundo, que había estado ebrio cuando lo dispuso; y en el tercer caso, que había estado fuera de sus cabales o totalmente loco en esa ocasión, y que no recordaba haberme ordenado que la construyese. Tras recordarle las circunstancias relacionadas con la tercera casa que yo construyera, me pidió la presentación de un testigo de sus palabras y pareció altamente disgustado. Ahora me ordena una vez más empezar a construir otra casa, de modo que te ruego, mi Reverenda Madre, tengas a bien ser testigo de esta orden'.
"La dama replicó: 'Por supuesto que puedo hacer de testigo; pero tu Gurú (el Reverendo Padre) es tan imperioso que no nos prestará atención. Es más, el Reverendo Padre está haciendo algo perfectamente inútil; no hay necesidad alguna para estos proyectos de construcción. Es un trastorno completamente innecesario hacer construir casas con tanta frecuencia sólo para derribarlas otra vez al mismo ritmo. Además, este sitio no nos pertenece por derecho, sino que está clausurado y custodiado por los parientes de tu Gurú, siendo el sitio donde aquéllos prestaron un voto conjunto. Pero el Reverendo Padre no prestará atención a una voz tan débil como la mía. Sólo correré el riesgo de reñir'. Dirigiéndose a su esposa, el Lama dijo: "Limítate a hacer lo que se te pidió, vale decir, haz de testigo y luego vuelve a casa, ¡y deja en mis manos el cumplimiento de la parte del cometido que me compete! No hay necesidad en crear asuntos que nadie te pide'.
"De modo que me puse a echar los cimientos del edificio cuadrangular que se me ordenara, y luego continué erigiéndolo. Pero sucedió que NgogdunChudor, de Zhung, Tsurtön-Wang-gay, de Döl, y Metön Tsönpo, de Tsang-rong —todos éstos, avanzados discípulos de mi Gurú— trajeron hasta el lugar, en broma, una gran roca. Como era una piedra de buen tamaño la puse de rinconera, encima de los cimientos, cerca del acceso, y había casi construido el segundo piso cuando Marpa vino a visitar el lugar de mi trabajo. Tras inspeccionar muy cuidadosamente toda la construcción en derredor, señaló la piedra que trajeran sus tres avanzados discípulos, y dijo: 'Gran Brujo: ¿dónde conseguiste esa piedra?' Repliqué: 'Reverendo Señor: la trajeron en broma los tres principales discípulos de Tu Reverencia'. '¿Así que de eso se trataba?' dijo. 'Bien, a los fines de tu obra, no te compete emplear una piedra que hayan traído ellos. Procura sacarla y volverla al lugar de donde se la retiró'. Le recordé su promesa de no tener que derribar esta construcción. Se limitó a contestar: 'Pero no prometí dejar que emplearas como obreros a mis principales discípulos que fueron iniciados en las Verdades Místicas de los seres nacidos dos veces. Además, no te estoy ordenando que derribes el edificio entero, sino sólo que saques la piedra traída por mis discípulos principales y la restituyas a su sitio original'.
"De manera que una vez más tuve que abatir, de arriba abajo una pared que yo había levantado. Saqué la piedra y la retorné a su lugar de origen. Tan pronto el Lama vio que yo había cumplido esto, vino y dijo: 'Ahora puedes ir, traer tú sólo esa misma piedra y ponerla en el mismo lugar'. Ejerciendo la fuerza de tres hombres, pude subirla y colocarla en el mismo sitio que antes. Desde entonces esta piedra se llamó mi 'Piedra Gigantesca', como símbolo de la inusual fuerza física que yo desplegué a su respecto.
"Estando yo enfrascado en echar los cimientos de este edificio en el sitio prohibido, algunos que me vieron, dijeron: 'Parece que Marpa pretende realmente construir en esta estribación. ¿No sería mejor que le pusiéramos reparos?' Pero otros dijeron: 'Marpa no está en sus cabales. Consiguió un joven novicio de las Tierras Altas y, estando poseído por una manía de construcción, tiene al pobre joven ocupado todo el tiempo en construir casas de modelos que desaprueba en todo cerro, estribación y loma de los alrededores. Luego, cuando el edificio está casi terminado, hace que el mismo joven lo derribe otra vez y lleve los materiales al sitio de donde provinieron. Con seguridad, en este caso hará también lo mismo. Pero si no lo hiciera, hay tiempo de sobra para detenerlo. Esperemos y veamos'.
"Sin embargo, pronto vieron que esta casa no iba a derribarse, y que la construcción prosiguió. Entonces, cuando llegué al séptimo piso —y se me produjo otra llaga en el cuerpo cerca de la cintura— los parientes de Marpa dijeron entre sí: 'Este edificio no lo va a derribar. El que derribara los otros fue sólo una trampa para desorientarnos, e impedir que, desde el principio, le objetáramos esta edificación. ¡Echémosla abajo ahora mismo!'. Y con este propósito se unieron en una sola fuerza. Pero el Lama, mediante poder mágico, creó un vasto cuerpo de tropas armadas que llenaron la casa por fuera y por dentro. Los presuntos atacantes se llenaron de temor. Se miraban unos a otros y preguntaban: '¿Cómo se las arregló Marpa el Traductor para convocar tal cantidad de tropas?'. No se animaron a pelear contra éstas. En lugar de ello, cada uno por su lado rindió pleitesía a Marpa, y posteriormente todos se convirtieron en sus seguidores.
CONTINUARÁ

Del lbro:: EL GRAN YOGI MILAREPA DEL TIBET
Editorial: Kier
Dr.Walter Yeeling Evans-Wentz, editor.
Kazi Dawa Samdup, traductor.
Los méritos son ofrecidos a todos los
seres para que alcancen
la Iluminación en esta vida.
Qué todos los seres sean felices.
Qué se liberen del sufrimiento.
Qué no se separen nunca de la felicidad.
Qué permanezcan en la gran ecuamidad.
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