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MILAREPA. Capítulo X. LA MEDITACIÓN EN SOLEDAD........Continuación.


Capítulo X. 

LA MEDITACIÓN EN SOLEDAD.

Continuación

"Rogué fervorosamente a mi Gurú; y una noche, tuve el vívido sueño siguiente, o más bien una visión en estado superconsciente. Una cantidad de mujeres llegaron trayendo toda clase de comida con la que prepararon un pujá (ceremonia religiosa), diciendo haber sido enviadas por mi Gurú Marpa para instruirme en ejercicios físicos religiosos. 

"(Así dirigido), empecé a practicar los tres ejercicios de Cultura Física, Vocal y Mental, y desarrollé el Calor Estático Físico12. Así pasó un año cuando, un día, tuve deseos de salir en acometer una breve recreación. Estaba a punto de hacerlo, cuando instantáneamente recordé mis votos, y entoné para mí la siguiente canción de auto censura: 

12.   Aquí, la versión del señor Bacot es más detallada (Pág. 203), y dice: "Entonces, en la postura (o ásana) en cuclillas que se parece a los "seis Fogones Internos", busqué el bienestar de mi cuerpo. Por medio de la condición respiratoria que da regularidad, procuré rectitud de palabra. Por la condición de mi propia liberación que controla la imaginación, procuré calma mental. Después de eso entré en meditación. Pronto el calor interno empezó a hacer sentir en mí su influjo." 

"¡Oh Dorge-Chang, bajo la forma de Marpa! 
Concede a este mendigo que se entrege a la soledad.

"¡Oh tú, extraño compañero, Milarepa! 
Para ti entono esta canción de autoconsejo. 

"Estás aislado de toda la humanidad 
que contigo podría sostener dulce charla. 
"Por ello te sientes solitario y buscas diversión; 
no hay razón para que las busques de ese modo.

"No alteres así tu mente, y déjala reposar en paz; 
si alberga pensamientos, anhelará numerosas impiedades.

"No des curso a tu deseo de estas distracciones, 
y ejercita tu intelecto; 
Si abres paso a la tentación, tu devoción se 
esparcirá en el viento.  

"No te pasees y reposa contento en tu asiento; 
si caminas, tus pies pueden golpear contra las piedras. 
"No alces tu cabeza, y mantenla inclinada; 
si la levantas, buscará vanas frivolidades. 

"No duermas, y prosigue en tus devociones; 
si te quedas dormido, los Cinco Venenos, 
de la Ignorancia, te subyugarán13".  

13.   La holgazanería y la somnolencia se condenan como inconvenientes para un yogi. El voto de no dormir es una de las doce austeridades que se impuso el Buda. Pero aquí hay implícito también un significado esotérico, a saber:' que el devoto no debe permitir que el hipnótico señuelo de la vida mundana lo afecte, ni que los "Cinco (o Seis) Venenos" —Orgullo, Celos, Pereza, Ira, Codicia y Lujuria— lo esclavicen, como ocurre con la mayoría a la existencia sangsárica.

"Después de entonar esta canción de auto-reprobación, seguí sin disminuir las meditaciones por más de tres años, de noche y de día, y pude sentir que mi conocimiento espiritual se expandía y mejoraba considerablemente. Pero a la sazón, mi reserva de harina de cebada se había agotado por completo. Me había sujetado a la dieta de hambre de veinte medidas de harina de cebada por año, y hasta eso se había agotado. Podría haber muerto sin poder alcanzar el Estado Búdico; ésta había sido una deplorable interrupción de mi eterna carrera. Consideré que la gente mundana se alegraba al adquirir un seeka (un peso de cuatro annas) o dos de oro y se sentían infelices si lo perdían. Comparada con eso, mi vida, tal como estaba consagrada al logro del Estado Búdico, era infinitamente más preciosa. Si el universo entero se llenase de oro, con todo eso, la vida consagrada al logro del Estado Búdico era infinitamente más preciosa. Al mismo tiempo, sería preferible morir en el curso de mi vida devota que quebrantar mis votos. ¿Qué haría? Entonces se me ocurrió que si salía a buscar algún alimento para sostener mi vida, sin descender a las habitaciones humanas para pedir, no quebrantaría mis votos. Es más, iría en beneficio de mi devoción el obrar de ese modo. En consecuencia, caminé fuera de mi Cueva de Dragkar-Taso; y al descubrir un sitio soleado con buenos arroyuelos y lleno de ortigas que crecían en derredor —un sitio encantador que dominaba extensos panoramas- me mudé allí. 

"Continué mis meditaciones viviendo tan sólo con caldo de ortigas. Carecía de ropas en el exterior de mi cuerpo y de cualquier comida saludable en el interior. Mi cuerpo se redujo a un mero esqueleto; tomó un matiz verdoso, precisamente como el de la ortiga, y le creció una cobertura de pelo verdoso. 

"Por costumbre miraba el pergamino, que me diera mi Gurú, con especial veneración, poniendo a veces en él mi cabeza, y tocándolo con afecto; y eso tenía el efecto de aplacar mi estómago, aunque no tuviese nada para comer. A veces solía incluso tener eructos (como si me hubiese saciado de comida). Una o dos veces estuve a punto de abrirlo y leer su contenido; y algunos signos me decían que aún no había llegado el tiempo para ello; en consecuencia, lo mantuve junto a mí. 

"Un año después, aproximadamente, sucedió que algunos cazadores del mercado de Kyeedrong pasaron caminando por mi camino, sin haber conseguido ninguna presa. Al principio salieron corriendo, diciendo que habían visto un bhúta (o espíritu maligno). Al asegurarles que era un ser humano y un devoto, dijeron que no parecía tal, pero de todos modos se acercaron para mirarme bien. Llegaron y fisgonearon en toda revuelta y rincón de mi cueva. Finalmente dijeron: '¿Dónde están tus provisiones? Danos en préstamo algo de ellas y te recompensaremos con generosidad; de lo contrario te mataremos'.  Me amenazaron de esta manera. Les dije que sólo tenía ortigas, y aunque tuviese otras cosas —al ver que eran lo bastante rudos como para insultarme e inquietarme— no las conseguirían usando la fuerza. Replicaron que no iban a robarme; y en cuanto a insultarme ¿que ganarían con eso? Les dije que posiblemente adquiriesen buenos méritos. Entonces dijeron: 'Muy bien; te preocuparemos otra vez'. Y estando preocupado me tiraron al suelo varias veces. Esto llenó de mucho dolor a mi pobre cuerpo debilitado; pero, a pesar de eso, me apiadé de ellos sinceramente14, y derramé lágrimas. Uno de ellos que se abstuvo de esta cruel acción, dijo: 'Compañeros, este hombre parece ser un Lama real, y si no lo fuese, no ganaríamos gloria maltratando a una persona tan débil. El no provocó por fuerza nuestro hambre. No actuemos así'. Y me dijo: 'Ermitaño, resulta admirable de tu parte soportar tal maltrato. En lo que a mi respecta, nada tengo contra ti; por tanto recuérdame en tus rezos'. Los otros agregaron, divertidos: 'Como te levantamos en vilo, acuérdate también de ponernos bajo la protección de tus plegarias'.  El otro dijo; '¡Ay, ay, eso lo hará, podéis estar completamente seguros, sólo que de un modo diferente!' Se alejaron riéndose jactanciosamente. No tuve la intención ni el pensamiento de maldecirlos; pero parece que la retribución divina los alcanzó; pues después me enteré que los cazadores habían sido arrestados por el gobernador de la Provincia. Al jefe lo mataron, y a todos, excepto a la persona que se abstuvo de endilgarme indignidades, se les sacó los ojos.  

14.   Aquí Milarepa se manifiesta leal a su Voto, lo cual es esencial para el logro de la Iluminación Nirvánica ya que el Bodhisattva ha de perfeccionarse en las "Cuatro Cualidades Brahmicas” a saber: Piedad, Compasión y Amor Altruista hacia todo ser sensible, e Indiferencia ecuánime hacia todos los estados o condiciones de la existencia sangsárica. 

“Un año después de eso, todas mis ropas estaban gastadas, y sólo quedaban algunos trapos de tela que mi tía me dio como precio por el campo, y el costal en que me suministrara la harina. En una ocasión pensé juntar y coser todos los trapos, confeccionando con ellos una especie de cobertor; y entonces pensé que si moría esa misma noche ¿de qué serviría coserlos? Mucho mejor sería seguir meditando. De modo que extendiendo mi harapiento vestido de piel por debajo, como una manta, hice que me cubriera la parte inferior del cuerpo (atando sus extremos alrededor de mí) de la mejor forma posible; y la parte superior de mi cuerpo la cubrí con el andrajoso costal vacío de harina; y con lo que quedó de los harapos de la tela, cubrí las partes de mi cuerpo que más lo necesitaban. Al final, estaban en su totalidad tan gastados que de nada servían para cubrirme. Por último, me pareció que esto era demasiada abnegación de mi parte, y que debía unir y coser los harapos, pero no tenía aguja ni hilo, de modo que retorcí los harapos en tres partes, alrededor de mi cuerpo, atados en tres sitios, y los mantuve sujetos en sus extremos con una soga que até a modo de ceñidor. Con esto encima, pasé los días tan bien como me fue posible; y de noche, el saco harapiento y los restos del andrajoso vestido de piel me procuraron alguna protección contra el frío. 

"Así continué meditando cerca de otro año, cuando un día se produjo un alboroto de mucha gente que hablaba. Al atisbar, vi otro grupo de cazadores, que llevaban grandes cantidades de carne, aproximándose a la entrada de mi cueva. Al verme, los que iban delante gritaron: '¡Oh, hay un bhúta!', y escaparon corriendo; los que estaban detrás dijeron que era improbable que hubiese un bhúta a plena luz del día y añadieron: "Miremos de nuevo, y veamos si aun el bhúta está allí'.  Al decirles que aun me encontraba allí, incluso los viejos cazadores que llegaran últimos, en la retaguardia, empezaron asustarse. Les dije que no era un bhúta y que había sido reducido a esta difícil situación por falta de provisiones. Desearon comprobarlo por sí mismos, escudriñaron todo el lugar y fisgonearon en todo rincón y recoveco. Pero al no ver sino ortigas, todos se sintieron impulsados a la veneración. Me dejaron el resto de sus provisiones, y una gran cantidad de carne, diciendo respetuosamente: 'Eres digno de alabanza al practicar tal ascetismo. Ten a bien rogar por la absolución de los animales que matamos y por nuestros propios pecados al matarlos'.

"Me regocijé ante la perspectiva de tener comida como la que comen los seres humanos comunes y, participando de ella, disfruté una sensación de comodidad y bienestar corporales, y una jovialidad mental que tendió a aumentar el celo de mis ejercicios devocionales; y experimenté tan aguda felicidad espiritual que trascendió todo cuanto antes yo conociera. Pensé que el mérito adquirido por quienes ofrecen unos pocos pedazos de comida a los ermitaños aislados en los yermos, superaría con seguridad al de los dones más generoos de quienes disfrutan en abundancia y viven en medio de la sociedad humana en ciudades y villorrios. Usé la carne, pero ahorrándola, hasta que al fin se llenó de larvas. En una ocasión pensé quitarle las larvas y usarla; pero consideré que no me correspondía disfrutar de la carne, puesto que tendría que disputársela a las larvas, y eso sería un robo. Y pensé que por mejor que fuese, no era digno de mí llegar al extremo de perpetrar un robo para comer; de modo que permití que las larvas se apropiasen de la carne mientras yo volví a mi caldo de ortiga. 

Una noche, una persona que me creyó dueño de alguna riqueza llegó a tientas y furtivamente curioseó por todos los rincones de mi cueva. Al observar esto, reí sin reservas y dije: 'Mira si puedes encontrar de noche lo que yo fracasé en encontrar a la luz del día'.  La persona tampoco pudo dejar de reír, y luego se marchó. 

"Alrededor de un año después, sucedió que, unos cazadores de Tsa, que fallaron en asegurarse la presa, pasaron caminando junto a mi cueva. Yo estaba sentado, en Samádhi, usando encima el remedo de vestido de triple nudo, y me pincharon con los extremos de sus arcos, curiosos por conocer si yo era un hombre o un bhúta. 

Al apreciar el estado de mi cuerpo y vestidos, se sintieron más inclinados a pensar que yo era un bhúta. Mientras discutían esto entre ellos, abrí mi boca para hablar y dije: 'Podéis estar muy seguros que soy un hombre'.  Me reconocieron al ver mis dientes, preguntando si yo era Thöpaga. Como mi respuesta fue afirmativa, me pidieron en préstamo alguna comida, prometiéndome retribuir generosamente. Dijeron: 'Tuvimos noticias que una vez volviste a tu casa, hace muchos años. ¿Todo este tiempo estuviste aquí?' Repliqué: 'Sí, pero no puedo ofreceros alimento alguno que podáis comer'.  Dijeron que cualquier cosa buena para mí lo sería para ellos. Entonces les dije que hicieran fuego e hirvieran ortigas. Lo hicieron así, pero como esperaban algo con qué sazonar la sopa, como carne, hueso, médula o grasa, dije: 'Si tuviese eso, entonces tendría comida con que degustar; pero durante años no tuve eso. Poned las ortigas para reemplazar al condimento'.  Entonces me pidieron harina o cereal para espesar la sopa. Les dije que si tuviese eso, entonces tendría comida con propiedades nutritivas; pero que lo había pasado sin eso durante años, y les dije pusieran las puntas de las espigas en su lugar. Finalmente, pidieron algo de sal, ante lo cual dije nuevamente que la sal habría dado sabor a mi comida; pero lo había pasado sin eso también durante años, y les recomendé agregar más puntas de ortigas en lugar de sal. Dijeron: 'Viviendo con tal comida y usando tales ropas como tú ahora, no es de maravillarse que tu cuerpo se haya reducido a esta miserable condición. Tu apariencia ya no es la de un hombre. ¡Vaya! Aunque trabajases de sirviente contarías con un vientre lleno de comida y ropa de abrigo. Eres la persona más miserable y digna de lástima de todo el mundo'.  Dije: 'Amigos míos, no digáis eso. Soy uno de los más afortunados y mejores entre todos los que obtuvieron la vida humana. Me encontré con Marpa el Traductor, de Lhobrak y obtuve de él la Verdad que confiere el Estado Búdico en una sola vida; y ahora, habiendo renunciado por entero a todos los pensamientos mundanos, paso mi vida en estricto ascetismo y devoción en estas soledades, muy lejos de las habitaciones humanas. Estoy obteniendo lo que me aprovechará en la Eternidad. Negándome los triviales placeres derivados de la comida, el vestido y la fama, someto al Enemigo (la Ignorancia) en esta misma vida. Entre la población humana entera del Mundo, soy uno de los más valientes, con las aspiraciones supremas. Pero ¡ay!, nacido en un país donde prevalece la Noble Doctrina del Buda, con todo no habéis oído lo bastante un solo discurso religioso, y menos consagrado ganar las más bajas profundidades y los términos más prolongados de una existencia en las Regiones Infernales! ¡Estáis acumulando pecados por libras y toneladas, y emulando uno con otro en eso! ¡Que alocadas y perversas son vuestras ambiciones en la vida! Yo no solo me regocijo ante la perspectiva de la Bienaventuranza Eterna, sino que disfruto estas cosas que me dan contento y aceptación'. 

"Entonces les entoné una canción sobre mis Cinco Comodidades:

"¡Señor! ¡Gracioso Marpa! ¡Me postro a tus pies! 
Prepárame para renunciar a las aspiraciones mundanas. 

"Aquí en la cueva Media de Dragkar-Taso, 
en esta cima máxima de esta Cueva Media, 
yo, el Yogi tibetano llamado Repa, 
abandonando todos los pensamientos acerca de 
qué comer o usar, y las aspiraciones de esta vida, 
me establecí para ganar el Estado Búdico perfecto. 

"Confortable es el duro colchón debajo de mí, 
confortable es el cobertor nepalí almohadillado con algodón, encima de mí, 
confortable es la simple faja de meditación que sostiene levantada mi rodilla15
confortable es el cuerpo, acostumbrado a una dieta templada, confortable es la Mente Lúcida que discierne los apegos presentes y la Meta Final; 
nada es allí incomodo; todo es confortable. 

15.   La faja de meditación se coloca circundando el cuerpo y las piernas en postura yóguica, impidiendo así que las piernas caigan cuando el yogi entra en meditación profunda; es preciso mantener la postura (sánscrito: Asana), que corta o interrumpe ciertas fuerzas o corrientes corporales. Las ásanas vuelven, asimismo, al cuerpo dúctil y capaz de gran resistencia, eliminan las condiciones físicas no saludables y curan enfermedades.

“Si todos vosotros podéis obrar así, procurad imitarme; 
pero si no estáis inspirados con la aspiración de 
la vida ascética, 
y el error de la Doctrina del Ego16 se apodera de vosotros, 
os ruego ahorréis a mi respecto vuestra piedad desubicada; pues yo soy un Yogi, sobre el Sendero de la Adquisición de la Bienaventuranza Eterna. 
"Los últimos rayos del sol pasan sobre las 
cumbres de la montaña; 
retornad a vuestras moradas. 
Y en cuanto a mí, que pronto debo morir, 
inseguro sobre la hora de la muerte, 
con la tarea que impuse de ganar el Estado Búdico perfecto 
no tengo tiempo que malgastar en inútil charla; 
por tanto ahora entraré en el Quieto Estado de Samádhi.  

16.   La Doctrina de un Ego o Alma personal; Según el criterio budista, la teoría de que hay un yo o ego personal permanente, inmutable y eterno, es errónea. La Realidad implica la conciencia supramundana indiferenciada, incompatible con la ego-conciencia individualizada. La conciencia supramundana es la Omni-Conciencia, respecto de la cual, en comparación, la conciencia limitada, tal como lo inculca la hipótesis del alma, es incalculable y evidentemente inferior. Aquí estriba la diferencia fundamental entre la Cristiandad del Concilio Eclesiástico animista y el Budismo metafísico.


"Al oír la canción, dijeron: 'Cantas sobre diversas comodidades empero, de hecho, tienes realmente muy bella voz. En cuanto a nosotros, no podemos vivir sin comodidades, como tú lo haces'.  Entonces se marcharon a sus casas. 

"En ocasión de un día de fiesta anual, en Kyanga-Tsa, dio la casualidad que entonaron juntos esta canción. Sucedió que allí también estaba mi hermana Peta, quien había ido para conseguir algo para comer y beber. Al oír la canción, ella les dijo: “Señores, el hombre que cantó eso debe ser el mismo Buda'.  Uno de los cazadores dijo: '¡Vaya, vaya! Ved cómo alaba a su propio hermano'. Y otro dijo: 'Sea Buda o animal, es la canción de tu hermano medio muerto de hambre; está a punto de morir de hambre'.  Ante esto, Peta dijo: 'Oh, mis padres murieron hace mucho tiempo; mis parientes se convirtieron en mis enemigos; mi hermano anduvo errante muy lejos, y yo quedé reducida a la mendicidad: ¿qué necesidad hay de alegrarse de mis miserias?' Y rompió a llorar. En ese preciso momento llegó Zesay y la consoló diciendo: 'No llores. Es muy posible que sea tu hermano; yo también lo encontré hace un tiempo. Ve a la Cueva de Dragkar-Taso y averigua si aún está allí. Si es él, entonces iremos juntas a verle'. 

"Inducida de esa manera a creer en lo dicho, vino a verme a la Cueva de Dragkar-Taso con un jarro lleno de chhang y una pequeña vasija colmada de harina. Al verme por primera vez desde la entrada de la cueva, se asustó. Mí cuerpo estaba escuálido por las privaciones y rigores; mis ojos estaban profundamente hundidos en las cuencas; se me notaban los huesos; mi color era verde azulado; mis músculos estaban todos hundidos y reducidos; una capa de pelo verde azulado cubría mi forma esquelética; el pelo de mi cabeza estaba duro y formaba una formidable peluca; y mis miembros parecían estar a punto de quebrarse. En conjunto, mi vista le inspiró un miedo tan terrible que me tomó por un bhúta. Pero al recordar lo que oyera en el sentido de que su hermano está a punto de morir de hambre, vaciló un tanto de si se trataba realmente de mí. Al fin cobró ánimo y me preguntó: ¿Eres un humano o un bhúta?' Respondí diciendo:  Soy Mila Thöpaga'. Al reconocer mi voz, ella entró y me abrazó gritando: '¡Hermano, hermano!, y perdió el sentido por un momento. Yo también, al saber que era Peta, me sentí contento y triste al mismo tiempo. Aplicándole los mejores medios para hacerla volver en sí, al fin lo logré. Pero ella puso su cabeza entre mis rodillas y, cubriendo su cara con sus manos, dio curso a otro torrente de lágrimas, mientras entre sollozos decía lo siguiente: "Nuestra madre murió muy trastornada con el agudo anhelo de verte. Nadie vino a nuestro lado; y yo, incapaz de soportar en nuestra propia casa las privaciones y la soledad, la abandoné para mendigar en tierras lejanas. Pensé que tú también habías muerto. Sin embargo, esperaba que si vivieras te hallases en mejores circunstancias que éstas. Pero ¡ay! tus circunstancias son éstas. ¡Ya ves cuál es mi destino! ¿Podía haber en la tierra alguien más desdichado que nosotros?' Luego invocó repetidamente los nombres de nuestros padres y prosiguió llorando amargamente. Procuré consolarla lo mejor que pude. Finalmente yo también me sentí muy triste y entoné para mi hermana esta canción: 

"¡Pleitesía a mis Señores, los Gurús! 
Concedan que este Yogi se entregue a la soledad. 

"Oh hermana, rebosas sentimientos y sensaciones mundanos; (Conoce que las mundanas) dichas y penas son todas impermanentes. 

Pero yo, tomando sólo sobre mí estas aflicciones, 
estoy seguro, de ganar la Felicidad Eterna; 
de modo que presta oídos a la canción de tu hermano: 

“Para retribuir la bondad de todos los seres sensibles, 
que fueron nuestros padres17, me consagré a la 
vida religiosa. 

17.  tan interminablemente, durante eones inconcebibles, transcurrieron la evolución, la transición y el renacimiento, que todos los seres sensibles fueron nuestros padres. El respeto hacia la mujer entre los budistas se basa en este principio, que es altamente interesante a la luz de las modernas ciencias biológicas. De modo similar, los hindúes dicen que cada criatura experimenta normalmente 8.400.000 clases de nacimiento antes de alcanzar el estado humano. En El Libro Tibetano de los Muertos se mencionan cuatro clases de nacimiento: nacimiento por calor y humedad, como en las ínfimas formas de vida orgánica; nacimiento por huevo; nacimiento por vientre y nacimiento supernormal, como cuando el principio de la conciencia se transfiere del reino humano a otro reino de la existencia, normalmente en la muerte o por prácticas yóguicas y de modo supernormal, en cualquier tiempo. 

"Contempla mis pertenencias; se parecen a las de las 
bestias salvajes; 
cualquier otra persona se intimidaría con ellas. 

"Contempla mi comida; se parece a la comida de 
perros y cerdos; 
en otros excitaría la náusea. 

"Contempla mi cuerpo; se parece a un esqueleto; 
Hasta un enemigo lloraría al verlo.  

"En mi conducta me parezco a un loco; 
oh hermana, por eso te sientes impulsada a la 
contrariedad y la aflicción; 
empero, si pudieses observar mi mente, 
esta es la Mente Búdica misma; 
los Conquistadores se regocijan al verla. 

"Sentado sobre esta fría roca que está debajo de mí, 
medito con diligencia, 
suficiente para soportar el desgarro de mi piel 
o el de mi carne con respecto a sus huesos; 
mi cuerpo, tanto por dentro como fuera, 
llegó a ser como las ortigas; 
asumió un matiz verduzco, que no cambia. 

"Aquí, en esta solitaria cueva rocosa, 
aunque sin oportunidad de apartar la melancolía de mi mente, mantengo sin cambio la devoción y afecto 
hacia el Gurú, Verdadera Manifestación de los Budas Eternos.

"De esa manera, permaneciendo en meditación, 
ganaré sin duda el Conocimiento y 
la Experiencia Trascendentes; 
y si en esto puedo triunfar, 
a medida que sigo hasta el fin, 
se gana la prosperidad y la felicidad en esta vida; 
y en mi próximo nacimiento, ganaré el Estado Búdico. 

"Por tanto, hermana, querida Peta, 
no te entregues a las miserables amarguras, 
y conságrate a las penitencias, por la religión".

"Cuando Peta oyó esto, dijo: 'Sería admirable si fuese como dices, pero es difícil creer que sea cierto. Pues en caso de ser como lo representas, otros devotos practicarían, al menos, una parte de tales penalidades, aunque no pudiesen soportar cuanto tú soportaste. Pero no he visto siquiera a uno sólo que padeciese tales privaciones y penitencias'.  Al decir esto, me dio el chhang y la comida que trajera. Al participar de esto me sentí más fortalecido y renovado, y por la noche mis devociones fueron más fervorosas y espirituales. 


Continua.


Walter Evans-Wentz and Lama Kazi Dawa Samdup photographed circa 1919.jpgDel lbro:: EL GRAN YOGI MILAREPA DEL TIBET
 Editorial: Kier
Kazi Dawa Samdup, traductor.

Los méritos son ofrecidos a todos los 
seres para que alcancen
 la Iluminación en esta vida.
Qué todos los seres sean felices.
Qué se liberen del sufrimiento.
Qué no se separen nunca de la felicidad.
Qué permanezcan en la gran ecuanimidad.


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